🍀 5. TREGUA 🍀

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ANDREA

El sábado no salí de mi habitación en todo el día por culpa de la resaca que tuve. Ayer tampoco salí. Aún me estaba recuperando y cogiendo fuerzas. Esta mañana tampoco he ido a clases, pero ya no me sirve la excusa de que me intoxiqué de alcohol.

La verdad a la que me enfrento hoy es que no quiero lidiar con la realidad ni con las consecuencias de mis actos. No quiero verlos. No quiero verlo.

¿Con qué cara lo miro después de montarle un número de celos sin siquiera sentir nada por él?

Tres días dándole vueltas y todavía no tengo una respuesta a porqué hice eso. O sí la tengo y no quiero reconocerla.

¿Cómo es posible que pudiera comportarme así? ¿Dejar de lado a mis amigos para centrarme en él y darle una importancia que no tiene? ¿Meterme donde no me llaman? ¿Ignorar a la persona que me acompañó por él?

– Estoy viendo desde aquí a tu cabeza dando vueltas – Hera me habla desde la litera de al lado – No vas a solucionar nada. El alcohol nos hace ver alucinaciones, te lo digo por experiencia. No le des importancia.

– No siento nada por él. Te lo prometo – la miro fijamente – Por eso, no me explico mis propios actos.

– Bebiste demasiado...

– No – la corto – También tuve comentarios desafortunados a lo largo del día con respecto a su nuevo ligue. E insisto, no me importa. No...

Me interrumpo a mi misma cuando la puerta de la habitación se abre. Es Rut.

– Andrea – me llama y se acerca – Me ha pedido Polo que te diga que te espera en la biblioteca. Tenéis que terminar el trabajo para esta semana.

– Estoy enferma. No saldré de aquí – miento.

– Dice que si no bajas, lo terminará él y se llevará la mayor parte de la nota.

– ¿Acaso tienes complejo de paloma mensajera?

– Hera – la regaño con un gruñido.

Rut ignora su comentario y sube mi litera para acomodarse en su cama y leer los apuntes que sé que han mandado esta mañana. Tendré que hacerlos en cualquier momento.

Hera me saca de la habitación y me habla en susurros.

– No entiendo porqué no da la cara y te lo dice a ti mismo. Con lo sobrado que es para unas cosas y lo cobarde que es para otras.

– Estoy segura de que no quiere verme ni en pintura.

– No es necesario que mande a Rut – insiste – Es algo fácil de pedir.

Con la escena que monté estoy segura de que ahora me odia más que antes. Pero también pienso que voy a tener que enfrentarlo en cualquier momento, y ya he estado demasiado tiempo escondida como para seguir haciéndome la cobarde. Tengo que verlo. Además, me niego a que tenga más nota que yo en un trabajo que me fascina.

Me quito el pijama, me pongo el uniforme y cojo mis cosas para ir a la biblioteca. Saludo con un movimiento de mano al resto de mis amigos que están también con sus respectivas parejas terminando el trabajo y me acerco a Polo que está en la mesa más alejada.

Está de espaldas y puedo ver como sus músculos están tensos. Se está pasando una mano por su pelo rubio y algo largo, despeinándoselo. Mueve el pie sobre el suelo con inquietud. Seguramente mi tardanza lo esté poniendo nervioso.

– Si crees que vas a perder el control, deberías probar los calmantes que hay en la despensa de la cocina. Funcionan bastante bien para repentinos ataques.

A PESAR DE TODO [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora