A PESAR DE TODO [TERMINADA]

🔥 8. IRRESISTIBLE 🔥

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POLO

– No volveremos a saltarnos las normas – repetimos Andrea y yo al unísono frente al director.

– La próxima vez que estéis en el patio a altas horas de la noche, o en cualquier otro lugar mientras os saltáis el horario, el castigo de limpiar baños se quedará pequeño en comparación. Fuera.

Edgar, junto al jefe de estudios, nos echa una última mirada para seguir hablando entre susurros de sus cosas.

El director suele ser más benevolente, tanto con actos como con palabras, así que su papel de actitud cabrona tiene justificación y se llama Manuel.

Si el jefe de estudios tuviera el cargo al completo de este internado, muchas veces nos plantearíamos saltarnos las normas de la forma en que lo hacemos. Y obviamente nos pondría otro tipo de castigos. Es más, estoy seguro, de que llenaría la planta subterránea con miles de Guaridas para albergarnos a todos a la vez.

– Polo.

Andrea y mi nombre en sus labios me produce un escalofrío. Me trago el fuerte sentimiento que me produce y la miro por encima del hombro sin dejar de subir las escaleras.

– ¿Te has pensado mi propuesta? - baja la voz.

– ¿Cuál? ¿La de volver a ofrecerte mi confianza para acabar pisoteándola?

– Rencoroso – sisea y avanza rápido hasta ponerse a mi lado – Nos necesitamos.

– Yo no sé si te necesito a ti tanto como tú a mi.

Una sombra oscura pasa por sus ojos pero se recompone al instante.

– Te pedí perdón, ¿qué mas quieres que haga? - pregunta desesperada.

– Ya te dije que una palabra en este caso no es capaz de arreglar nada.

– Te he explicado mi situación y mis motivos. Lo siento si no tengo nada más que ofrecerte – hace aspavientos con sus manos hacia todos lados – Pero deberías dejarlo pasar. Tu también te chivaste y hemos estado castigados los dos.

– Por supuesto. ¿Pretendías salir de rositas? - mascullo volviendo a andar.

– ¡Polo! - se exaspera y me corta el paso poniendo su cuerpo delante del mío.

– Nos van a ver – miro hacia todos lados.

– Me da exactamente igual – me mira a los ojos y se acerca para crear confidencialidad – Es un tema serio. Nos estamos jugando nuestra seguridad. Y
la de nuestros amigos también. ¿Te recuerdo que hay alguien asesinando?

– No hace falta. Lo vi con mis propios ojos.

– Por eso debemos ser nosotros quienes empiecen a buscar. Somos los que más cosas sabemos de primera mano. ¿Tanto te cuesta pasar unos minutos al día conmigo?

– No me cuesta eso, Andrea – bajo la voz también. Tomo una respiración honda y la miro a los ojos – Es que ya te di la oportunidad una vez y no me demostraste que merezca la pena volvértela a dar. Nadie me asegura que estoy sea alguno de tus tantos juegos. Y para colmo, estoy poniendo a prueba la confianza con mi grupo. ¿Que te creerás que dirán si nos ven como ahora?

– Ninguno se dará cuenta de nada – me convence – Si te parece, podemos firmar la tregua solo cuando estemos solos. En los momentos que estemos con ellos, nos comportaremos como siempre.

– Es más fácil odiarte todo el tiempo que solo a ratos.

– Créeme, pienso lo mismo – asiente con vehemencia – Pero es el plan ideal.