35. Veintidós

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Marihela

Los nervios me abruman. No sé que pasa con Salvador y con Nayely. Como bonus Dylan ya debe venir en camino para la sorpresa. Le pedí el favor a Daniel que los distrajera todo el día y espero que rinda frutos.

Los nervios se acumulan en mis huesos. En mis nervios. En mis músculos. En cada parte de mi cuerpo. Es el primer cumpleaños que pasamos nu tos desde todo el embrollo de Francia. De echo me doy cue ta que no ha celebrado ningún cumpleaños conmigo.

Termino de acomodar la mesa en el preciso momento en el que escucho la puerta. Corro hasta la puerta. Abre por completo. Me cercioro que sea él hasta saltar sobre su cuerpo. Me toma de las nalgas. Lo rodeo con las piernas y busco sus labios. Se ríe y corresponde encantado. Admito que últimamente me siento un poco insegura. Mayormente por mi rostro. Todavía está inflamado. Moretoneado. Es horrible. Solo han pasado cinco días y no ha habido mucho cambio. En definitiva no es agradable verlo. Sin embargo en me toma con tanta ternura. Con tanta admiración. Con tanta amor. Es imposible sentirse mal viendo cómo sus ojos me miran. Simplemente me siento tan amada.

-Feliz cumpleaños, après -Sonríe. Dejo besos en sus rostro -Dime que la pasaste bien. Se que estuviste trabajando y no es el plan más animado para un cumpleaños.

-No estuvo tan mal -acaricia mi mejilla. Cierra la puerta para seguir caminando, pero me salgo de sus brazos para apoyarme en el piso y lo detengo.

-No des un paso más -Sube una ceja. Intenta ver sobre mí, pero tomo su rostro para que solo me vea a mi -Cuentame más sobre tu día.

-Daniel y Valentina me invitaron a cenar y... -sube una bolsa.

-¿Tu regalo?

Asiente. Saca una caja y deja ver un hermoso, elegante y sobre todo costoso reloj. Por otro lado saca un chaqueta afelpada. De una tela la cual no se el nombre. Es para el frío. Con doble forro y de un elegante colo beige.

Veo los regalos y siento que el mío es insignificante.

-Nayely pasó en la mañana y me felicitó -muestra otra bolsa.

Saca algo más sencillo. Una elegante gabardina marrón. Es hermosa. La sujeto en cuanto la saco y noto que también es pesada.

La sujeta en cuanto ve mi esfuerzo.

-Me alegra que la hayas pasado bien -le doy un corto beso.

-Christian vino en la mañana y Salvador iba a venir en la noche, pero paso todo el problema de Nayely. Supongo que ya te contó.

Asiento.

-Si lo hizo y no quiero hablar de eso. Hoy cumples año y quiero pasar un rato agradable. Ya son veintidós.

-Lo sé. Estoy viejo.

-Que bien que trabajas sentado, viejo.

Abre la boca indignado.

-Oye. Este viejo tiene más aguante que tú.

Me río.

-Eres mi viejo, favorito.

-Y el único en tu vida -aclara.

-Vale. Ganaste. Ahora cierra los ojos. Por favor.

Sonríe y lo hace. Le quitó las cosas de encima y lo llevo hasta el cuarto. Lo meto en el closes y lo dejo en una silla ya que necesito el cuarto completamente disponible.

Salgo y veo que tiene los ojos cerrados. Aún en la puerta de la entrada. Me acerco para quitarle el saco junto a la corbata. Aflojó los botones y tomo sus manos para llevarlo a su destino. Lo dejo frente a la mesa perfectamente acomodada junto a las dos sillas en la terraza. Un hermoso mantel negro con uno más pequeño blanco encima. Las velas altas y los dos platos tapados a parte del vino enterrado en hielo. Las dos copas y los cubiertos. Y por supuesto una caja grande, baja en la mesa.

Kalon #2 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora