Capítulo 7: Ilusión Rota

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Todo el día había sido como vivir un sueño, sin embargo, todo sueño debe terminar, y por más que no se quiera despertar, el sol llama.

- Gracias por traerme. - Dijo Edward mientras se despedía de Yeri estando dentro del auto.

- No es nada, ¿estuviste cómodo en el evento? ¿La pasaste bien?

- Sí, claro, todo estuvo muy bien.

- Si decides quedarte mañana, podemos ir a la fiesta de disfraces que mencionó Kunno, seguro estará muy divertida.

- Lo voy a pensar...

- Bueno, gracias por todo.

- Gracias a ti... Digo, hiciste mucho por mí hoy.

- ¿De qué hablas? Si tú me acompañaste al evento.

- No necesitabas mi compañía, seguro lo ibas a hacer muy bien incluso estando sola, ese es tu mundo...

Decir eso en voz alta fue como un golpe de la realidad. "Su mundo"... Claro, ese era su mundo, no el de él.

- Sí, bueno...

- Nos vemos, que pases buena noche, reina. - Le dio un beso rápido en la mejilla y abrió la puerta del auto rápidamente.

Ni siquiera la dejó responder, simplemente se bajó, cerró la puerta y entró al hotel.

Yeri se quedó con un nudo en la garganta.

¿Había hecho algo mal?

El auto se encendió y se sintió como si todo la alejara de Edward. La distancia entre ambos volvía a incrementarse con cada minuto en ese auto alejándose del hotel.

Era esa sensación la que más odiaba sobre encariñarse con alguien. Todos a los que quería eventualmente se iban, nadie se quedaba. ¿Para qué querer a alguien y serle completamente leal si luego iban a irse? Era mejor disfrutar el momento y no preocuparse por el mañana, o al menos eso había pensado hasta que su psicóloga dijo que estaba equivocada. Bueno, no dijo exactamente eso, pero algo así le dio a entender.

¿Estaba bien volver a encariñarse con alguien? Pero, ¿por qué tenían que doler tanto las despedidas? Ojalá esos días tan buenos pudieran durar toda la vida.

¿Estaba bien volver a encariñarse con alguien? Pero, ¿por qué tenían que doler tanto las despedidas? Ojalá esos días tan buenos pudieran durar toda la vida

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Edward llegó a su habitación de hotel y se dejó caer sobre su cama.

"Tu mundo", entre más lo pensaba, más miedo sentía. ¿Estaba bien haber entrado al mundo de Yeri? ¿Ella querría entrar al suyo también? ¿Todo eso iba a funcionar? ¿Y si no? Era todo un reto para él entrar al mundo de Yeri y la verdad era que, no estaba seguro de querer hacerlo, tampoco quería lastimarla si al final se arrepentía de su decisión.

Pasó el resto de la noche despierto, debatiendo si debía quedarse un día más o no, y al final, llegó a la conclusión de que quedarse no era una buena idea.

CRYMUA | Tomatitos y otras formas de encontrar a tu destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora