Capítulo 21: Mía

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Yeri tomó su celular y pensó en volver a escribirle a su chico favorito, sin embargo, su último mensaje ya había sido leído y aún no obtenía respuesta. Ya había llamado a su psicóloga para hablarle sobre el tema y le había aconsejado tomarse todo como lo que eran, simples rumores. ¿Y qué se hace con los rumores? Realmente nada. Una persona no tiene el deber de desmentirlos porque al final, los rumores no dejan de ser suposiciones sin justificación ni fundamentos. Aunque la pelirroja se moría por explicarle todo a Cry, no era lo correcto. Una vez más iba a caer en el mismo patrón, ser quien tiene que dar explicaciones, quien tiene que insistir, quien tiene que buscar... Ya no podía seguir haciendo eso, así que no envió ningún mensaje.

Tomó a Nesquik entre sus brazos y se recostó con él en el sofá. Estaba sola en su departamento y afortunadamente, no tenía que salir esa noche. Estaba cansada... Tan cansada que se quedó dormida.

De repente, el timbre sonó y Yeri despertó abriendo los ojos poco a poco, tomó su celular y notó que eran las dos de la mañana así que le pareció extraño que alguien llamara a la puerta tan tarde. Fue hasta su puerta miró a través del mirador, pero no pudo ver nada, así que giró el picaporte con un poco de temor.

Al abrir la puerta, se llevó una gran sorpresa. Frente a ella, su chico de ojos azules estaba mirándola mientras sostenía una mochila sobre sus hombros.

- Perdona, ¿te he despertado? - Dijo con seria.

- Edward, ¿qué haces aquí? - A Yeri no se le olvidaba que su mensaje seguía sin ser respondido y que, probablemente, la única razón por la que estaba ahí, era porque quería explicaciones.

- ¿Puedo pasar?

- Sí, pasa...

Apenas entró y cuando Yeri cerró la puerta, Cry dejó caer su mochila al suelo.

La pelirroja se asustó pensando que Cry estaba molesto, pero su chico de cabello negro sólo se abalanzó a ella para darle un fuerte abrazo.

- Edward... Lo que pasó...

- Shh, no digas nada.

- Pero...

- No sabes las ganas que tenía de verte.

La miró fijamente y Yeri se perdió en sus ojos azules enmarcados por sus largas pestañas. Ella también se moría por verlo... Realmente quería estar con él todo el tiempo, en cada momento, siempre. Lo llevaba en su mente a cada segundo.

Cry besó a Yeri y ella simplemente lo dejó hacer lo que quisiera con ella. Ya era suya, toda suya.

La besó con lujuria y luego la sostuvo entre sus brazos para llevarla al sofá. Yeri quedó sentada de frente sobre Cry con una pierna a cada lado del ojiazul, que no dejaba de besarla ni por un segundo y poco a poco, sus manos se volvían traviesas, deslizándose por debajo de su blusa.

Justo cuando estaba por acariciar su pecho, se detuvo. Se moría por tocarla de pies a cabeza, pero de repente sintió que no era lo correcto, que tal vez no estaba siendo caballeroso y que Yeri merecía más que eso. Sin embargo, la pelirroja tomó sus manos y puso cada una sobre sus senos. Se acercó a su oído y le susurró.

- Puedes tocarme... Sólo tú tienes éstos privilegios.

Apenas dijo eso y Cry no dudó en dar rienda suelta sus instintos. La deseaba con tanta intensidad... La deseaba desde hace tanto tiempo. 

Entre besos y jadeos, la ropa quedó en el suelo y ellos continuaron hasta el final.

Yeri volvió a posicionarse frente a Cry, ésta vez, lista para dejarlo entrar en ella. Se sostuvo de los hombros del ojiazul y sintió cómo poco a poco se volvían uno. Un suave gemido escapó de la boca de Cry cuando por fin entró por completo y la pelirroja lo abrazó con fuerza, completamente feliz de que su cuerpo le diera tal satisfacción a su chico. 

CRYMUA | Tomatitos y otras formas de encontrar a tu destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora