Capítulo 18: Me Gustas

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La traición por parte de personas que decían ser amigos de Yeri ya era bastante común. Algunos podrían pensar que, siendo ella, podria llegar a acostumbrarse a las decepciones, a los malos tratos, a la hipocresía y el desprecio de otros, pero no era así. La pequeña pelirroja simplemente se contenía, siempre lo hacía. Sin embargo, con Edward frente a ella, mostrándole su total apoyo, no pudo seguir siendo fuerte.

Luego de que Yeri se calmara en brazos de su chico ojiazul, todo se sintió más liviano. Edward intentó no hacerla sentir incómoda y la trato igual que a una niña pequeña.

- A ver, vamos a limpiar esas lágrimas de cocodrilo.

- Pobre perro.

- Jajaja, pero si no te he dicho nada.

- ¿Cómo van a ser de cococrilo?

- Lo dije de cariñooo.

- Ah, bueno... Más te vale.

- No, mija, tú piensas que todo mundo te ataca pero también tienes que dejarte querer. A ver... Ven. - Tomó un par de toallitas húmedas y se puso frente a ella para ayudarla a limpiar su rostro. Con ello, gran parte del maquillaje dejó de cubrir su piel.

A Edward le impresionó lo bonita que era sin maquillaje... Su piel limpia la hacía ver tan bien, tan ella, tan natural. Además, el color de piel de Yeri era hermoso.

Se dejó llevar por un momento y la miró fijamente... Su corazón comenzó a latir rápido y fuerte. Se sentía tan conectado a ella, era una sensación inexplicable, como si ella estuviera hecha para él y él para ella.

Yeri sentía exactamente lo mismo, pero su mente era un completo caos, con tantas dudas, inseguridades, preocupaciones, simplemente no lograba ver claro nada. ¿Qué era lo que estaba pasando entre ellos? ¿Qué era eso que sentían? ¿Cómo iba a terminar... O a empezar? ¿Ya había empezado?

- ¡Ay, se me olvidaba! - Dijo Yeri interrumpiendo el momento y alejándose de Edward. - ¿Quieres ver a Nesquik? ¡Nesquik! ¡Ven, Nesquik!

El pelinegro sólo sonrió consciente de que su pequeña minion sólo buscaba una excusa para alejarse. Cuando la vio acercarse con Nesquik, le pareció la escena más tierna.

Tomó al conejo entre sus manos y Yeri volvió a alejarse para tomar su celular.

- ¿Te quedas a cenar?

- ¿Me vas a dejar quedarme?

Yeri se sonrojó pero terminó asintiendo.

- Pues sí, si quieres y tienes tiempo.

- Pues planeaba darme un baño en el jacuzzi del hotel pero por ti, reina,  puedo hacer un espacio en mi agenda.

- Ah, jajaja. Qué amable.

- Claro.

- Entonces pedimos algo para cenar. ¿Qué se te antoja?

- Lo que tú quieras.

Ver a la pelirroja tan tímida era demasiado divertido para él. ¿Quién se hubiera imaginado que Yeri Mua, la que trae los chakales por detrás iba a ser tan tímida? Se veía tan adorable sonrojándose y no sabiendo cómo comportarse frente a él, que sólo le daban aún más ganas de molestarla.

Cuando la cena llegó, ambos se sentaron el sofá y encendieron la televisión. Yeri mantuvo su distancia pero el pelinegro ansiaba tanto tenerla cerca que poco a poco terminó cerca de sus piernas y sin pensarlo demasiado, recargó su mano sobre ella.

Yeri se paralizó. Se repetía una y otra vez en su mente que no perdiera el control, que todo avanzaría de forma lenta y sana.

PERO POR DIOS, ESE HOMBRE TATUADO LE ESTABA TOCANDO LA PIERNA.

CRYMUA | Tomatitos y otras formas de encontrar a tu destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora