Capítulo 4: Te conocí

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Los kilómetros entre el ojiazul y la pelirroja se habían reducido considerablemente y ahora se encontraban en la misma ciudad. No dudaron en lanzarse al precipicio y acordar verse.

Ahora o nunca, ahora o nunca. - Se repetía Edward mentalmente mientras se ponía su sudadera a toda prisa.

- Cálmate wey, no vas a ver a la reina de Inglaterra. - Le recordó su mejor amigo al verlo tan nervioso.

- Estoy calmado pero quiero llegar a tiempo. - Se excusó.

Por supuesto Pipe no quería exponer a su amigo, así que decidió no mencionar más. Era obvio que el chico frente a él estaba en pánico y eso le parecía curioso ya que jamás lo había visto de esa forma. ¿Acaso de verdad se sentía atraído por Yeri? Suponía que, si era cierto, sus bromas respecto a ella debían cambiar un poco.

De cualquier forma, todo lo definiría ese día. Vería si realmente era conveniente dejar que su amigo se ilusionara o no con la chica pelirroja.

En el camino, después de algunos cambios de planes, por fin estaban yendo a conocerla. Cry no podía dejar de mirarse en la cámara de su celular.

¿Y si al verlo se decepcionaba? Ella siempre ha mostrado tal cual en sus vídeos antes de maquillarse así que él ya sabía con lo que podía toparse pero, ¿y ella? ¿Y si la cámara a él le ayudaba bastante y en persona era una decepción? ¿Y si lo veía muy delgado? ¿Qué pasa si se le escapaba alguna tontería, encima? Adiós ship.

En el auto, Yeri no se quedaba atrás, tratando de deshacer el peinado de señora y quitarse el maquillaje exagerado. Necesitaba verse de su edad, pues aunque era menor a Edward, él se había referido a ella como "señora" en varias ocasiones.

- ¿Éste labial está bien o me lo quito? ¿No pensará que me veo muy bocona?

- Pipe, ¿no estoy muy ojeroso? ¿Qué voy a hacer, loco? Me veo pésimo.

-Kunno, ¿cómo se ve mi cabello? ¿Ya no se ve de señora?

- Pipeeee, ¿seguro no me veo mal? ¿Y si me cambio la sudadera? En plan, mejor la llevo en la mano y así que me vea fresco con sólo la playera. Así no me veo tan jodido.

- Noo, Cry, si hace un chingo de frío.

- Ya, Yeri, te ves bien, no te preocupes.

Yeri abrió la puerta del auto y bajó con todos sus amigos. Los nervios aumentaban conforme se acercaba a la puerta de recepción.

Y Edward, la vio entrar.

Fue como en una película de esas de las que él se reía y le daban cringe. El tiempo se detuvo... No supo qué hacer o decir, su mente estaba procesando que esa pequeña mujer que estaba acercándose, era Yeri.

Se puso de pie por puro instinto y la sonrisa en el rostro de ambos se disparó.

- Hola, Yeri Mua. - (¿Se dará cuenta que la llamé Yeri Mua?)

- ¡Hola! Disculpen la demora, es que había mucho tráfico. - (Actúa normal, actúa normal)

- No te preocupes los guardias ya hasta nos habían dado unas sábanas. - (Genio, Cry, qué buen chiste, la vas a traer loca)

- Ah... Pues, ¿subimos? Como que hace frío.

Todos fueron al elevador y no dejaron de hablar sobre los inconvenientes que habían tenido para verse. La conversación fluía como un río desbordándose en plena lluvia, aunque no estaban seguros si era porque sorprendentemente tenían buena química o era que querían escapar de su propia mente, porque si se dejaban sumegir en sus propios pensamientos entrarían en pánico de inmediato, es decir, YA ESTABAN FRENTE A FRENTE.

- ¿Te ofrezco algo de tomar? ¿Un redbull, una cerveza? - (Maldición, qué va a pensar de mí con esas bebidas)

- ¿No tienes agua? - (Mejor agüita o se me quita lo guapo y le gusto menos)

- Am... No, no tengo agua.

- Mm... ¿No puedo tomar un vaso de agua de la llave?

- Nooo, te mueres.

Ambos se rieron y fue el momento más incómodo de sus vidas. Afortunadamente estaban sus amigos que de inmediato acudieron al rescate y comenzaron a hablar entre ellos cambiando el tema.

Yeri se acercó a la cocina y muy disimuladamente <de mujer> pidió agua por uber eats. Claro que no podía permitirse quedar mal con Edward <de mujer>.

Y Edward, bueno, continuaba distrayendo su mente y mantener su ritmo cardiaco normal.

De momento, aprovechó para mirarla un poco mientras ella estaba distraída. Llevaba un pantalón plateado brillante y un top negro, el cabello se le veía bastante lindo y toda ella parecía brillar en su esquina de la habitación, era impresionante como alguien tan pequeñita podía tener esa presencia, pero ahí estaba ella, irradiando una luz cegadora e intimidándolo un poco.

Yeri lo sorprendió mirando y ella enseguida se puso aún más nerviosa de lo que ya estaba. Sus manos no podían quedarse quietas y sus pies tampoco. Eso lo notó rápidamente el ojiazul y lo hizo sentir más tranquilo.

Así que ella también está nerviosa...

A partir de ahí quien tomó la delantera fue el chico alto, que no dejaba de verla directamente a los ojos mientras ella le contaba sus cosas. Le encantaba esa sensación de conseguir ponerla nerviosa y le divertía bastante. Yeri ya no podía seguir fingiendo, la mirada azul de Edward era demasiado para ella así que se esforzó el resto de la noche por no dejar de respirar en un intento por controlar el ritmo.

Llegó el lamentable momento en el que se tuvieron que despedir y, como si el primer abrazo de saludo no hubiera sucedido, volvió a abrazarla como despedida. Ésta vez, mucho más conscientes de la cercanía.

Sentir a Yeri cerca era de otro mundo, era surrealista, era... Era la mejor sensación en el mundo en ese momento. Abrazar a una personita tan llena de energía y felicidad era como un curita al corazón. Como si el Cry criticón y mala onda fuera aniquilado de una sola vez. Es que, ¿quién podía seguir estando amargado con un abrazo como ese? Ya ni le importaba haberse desvelado, ¿qué más daba?

Y Yeri, bueno, ella se sintió tan tranquila en los brazos de Edward. Él tenía un no sé qué que la hacía apaciguar su energía y el torbellino de emociones que era ella. Se sentía, como si por primera vez estuviera recibiendo calor humano de alguien. Era... Tan cálido, tan cómodo...

Sus miradas se encontraron una última vez antes de marcharse y grabaron ese instante en su mente.

Los bonitos ojos azules con las pestañas largas y mirada coqueta, y los bonitos ojos cafés, tiernos y adorables, llenos de glitter y colores sutiles pero bellos.

¿Qué podían hacer? Ya era muy tarde, estaban resbalándose como cuchillo en la mantequilla, directo hacia un enamoramiento TAN surrealista, que era mágico.

Fueron a dormir con sus rostros grabados en la mente, con el sonido de sus voces en vivo y ese particular cosquilleo en el estómago. Sus manos estaban frías y sus corazones, completamente descontrolados.

- No me gusta Yeri. - Dijo Edward al aire, mientras miraba al techo. - No me gusta, sólo... Es muy famosa y eso me pone nervioso, es eso, seguro que es eso.

- Yeri, Yeri, Yeri, quedamos en que ya no te ibas a enamorar de cualquier chakal, ¡enfócate perra! - Se dijo a sí misma estrujando su almohada con desesperación. - Ay pero qué guapo es Edward, de mujeeer. - Dio pataditas en la cama de tanta emoción y luego borró la sonrisa de su rostro. - No, no, no voy a pensar en tonterías, a lo mejor ni le gusto. Es lo más seguro, no creo que yo le guste. Basta, Yeri.

Par de tontos, ilusos.

CRYMUA | Tomatitos y otras formas de encontrar a tu destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora