Capitulo 18

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Soltó un suspiro cansada, mientras veía con desinterés las estrellas brillar fuertemente en lo alto, seguido de la fresca brisa nocturna, antes de desviar la mirada hacia su omega quien dormía plácidamente sobre el futón.

Sin poderlo evitar, recordó lo que había pasado hacía unas horas con el pelirrojo.

[...]

— ¡Ya basta! — gritó el menor soltandole un manotazo, que dejó a Shinobu pasmada de la impresión— No pienso hacer nada contigo si estás en ese estado.

— ¿De qué hablas? — preguntó la alfa confundida y molesta al mismo tiempo— Solo date la vuelta y deja que yo me encargue de todo— ordenó, mientras tomaba a Tanjiro del brazo con la intención de girarlo, recibiendo un gruñido como respuesta.

— ¡No!, ¡Siempre haces lo mismo! Solo quieres follar cuando estás enojada porque es la única forma que tienes de desahogarte — le reclamó molesto, dandose la vuelta de nuevo bruscamente y dejando a la alfa sorprendida — Puedo notar como un aroma de rabia proviene de ti siempre, aún cuando estás sonriendo, pero esta vez es más fuerte — se apresuró en agregar, antes de que la mujer lo negará.

Suficiente había tenido con Gyomei como para que esa cabrona quisiera venir a follarle en ese estado, con la ira a flor de piel.

— No está pasando nada, solo estás paranoico como siempre — contestó la mayor con los brazos cruzados, ignorando el primer comentario del pelirrojo, recibiendo una mirada furibunda del omega.

Estaba harto de que siempre le intentarán ocultar las cosas.

— Habían prometido que me tendrían más en cuenta — le recordó, mirandola con reproche, antes de ver sorprendido como la pelimorada soltaba una estruendosa carcajada histérica, con los ojos bañados en locura, que incluso llegó a sentír un poco de miedo, parecía que por fin había perdido la cabeza — ¿Estás bien? — preguntó en un tono preocupado, acercandose más a la mujer, quien paro de reír después de unos minutos.

—Si, es solo que tienes razón — aceptó apesadumbrada, sentandose sobre el futón a un lado de Tanjiro, quien la escuchaba atento — Mi padre, a quien ame mucho, fue masacrado por un demonio hace tiempo, cada vez que veo las lágrimas de los que han perdido a alguien amado de la misma manera, mi ira sigue aumentando, se hace más grande y en lo más profundo de mi alma hay un odio que soy incapaz de eliminar, se que los otros pilares sienten algo similar, los demonios solo mienten, pelean para sobrevivir, continúan asesinandonos y eliminan lo que les quedaba de humanidad y ahora Kaigaku salió herido por culpa de la primera luna creciente, debo admitir que estoy cansada — confesó, no era esa persona que todos creían que era fuerte, ella también tenía límites y debilidades, era una simple humana, se suponía que ya estaba acostumbrada a esto, pero parecía que lo de Kaigaku había terminado por darle el golpe final.

Se sentía enojada, con todos, con Oyakata-sama por no haber hecho caso a sus advertencias, con los demonios por haber herido a Kaigaku, incluso con ella misma por ser la más débil de los pilares, pero también se sentía frustrada, sentía que no estaban avanzando en nada, que seguían igual de estancados que antes.

Y ahora sentía como esa ira bullía de nuevo en ella, al saber que el siempre bueno de Tanjiro vendría con uno de esos sermones emotivos para darle animos, juraba que lo mandaría a la mierda nomás viniera con sus ojos de cachorrito y su mirada apenada, ya había tenido suficiente por hoy como para todavía tener que soportar eso.

— Bueno...no sé que decirte — comenzó a decir el ojirojo, luciendo apenado, el siempre sabía que decir, pero las palabras de Shinobu le habían dejado bloqueado.

— No tienes que decir nada, tampoco te conté esto para dar pena— contestó, después de soltar un resoplido molesta y de rodar los ojos, típico de Tanjiro.

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