Capitulo 25

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— Gyomei viene en dos días, si nos encuentran...

— Eso no pasará — le interrumpió el alfa—Antes de que el llegue huiremos a las montañas como lo teníamos previsto y una vez que estemos allá te marcare y viviremos la vida que siempre quisimos, entonces ¿Qué eliges Tanjiro?

Se quedó callado por unos segundos barajando todas las posibilidades en su cabeza, si se iba y les encontraban estaba seguro que las cosas serían mucho peor que en su vida pasada y no solo eso sino que había comenzado a agarrarle amor a los chicos.

Muichiro podía ser muy dulce cuándo se lo proponía y hacer su actitud mierdecilla a un lado. Mitsuri era una chica muy encantadora y le mimaba demasiado, lo que siempre quiso que hicieran para el, le gustaba mucho que no cumpliera con el típico estereotipo de alfa...Además le había prometido a Obanai que nunca se alejaría de el, no podía permitirse romper esa promesa, lo destrozaría.

— Me quedaré aquí — respondió el pelirrojo en un tono bajito, mientras desviaba la mirada avergonzado, ante el rostro consternado del azabache quien no se esperaba esa respuesta.

— Esta bien, será como tu quieras, no tienes que sentirte avergonzado, lo entiendo completamente — contestó, ofreciéndole una pequeña sonrisa que hizo sentir peor al omega — Será mejor que te vayas, no tardarán mucho en buscarte.

Quiso negarse a la orden del mayor diciendo que tal vez estaban demasiado molestos como para buscarlo pero entendió que este quería estar solo, por lo que asintió con la cabeza, antes de dar media vuelta.

Mientras se iba recordó como eran las cosas antes, los malos tratos de Sanemi, la indiferencia de Muichiro que incluso ahora Kyojuro le trataba mal, la infidelidad de Giyu, la cachetada de Mitsuri y como Murata había estado para el en cada ocasión, no pudo evitar imaginar como sería su vida en las montañas, con un perro y quizás dos hijos más, lejos de la ciudad en donde nadie los encontraría, a la vez...se le venía a la cabeza el hecho de que sus alfas habían tenido la osadía de no contarle que Murata había sido reprendido de nuevo y veía no solo las promesas no cumplidas, sino como todos sus sueños y destino se le iba de entre las manos como el agua, para escaparse de su control.

— ¡Espera! — exclamó el menor, dándose la media vuelta para correr rápidamente los pocos metros que apenas les separaban, antes de que el mayor se fuera.

— ¿Qué sucede? — preguntó el más alto, mirándole preocupado por su abultado vientre.

— Iré contigo — afirmo en un tono seguro.

— ¿Estás seguro? No habrá vuelta atrás, tendrás que dejar a tu hermana y no podrás tener a tu segunda camada de cachorros — le recordó para que recapacitará y tuviera todo en cuenta en caso de que se arrepintiera después.

Sintió su corazón estrujarse ante el pequeño recordatorio, pero era hora de que empezara a pensar en el mismo y fuera un poco egoísta.

— Estoy seguro — dijo, a la vez que asentía con la cabeza y como prueba de sus palabras arrojaba el broche de esmeraldas que Muichiro le había regalado hacía semanas al enorme campo de tulipanes que había detrás suyo, se sentía mal por el menor, pero que se jodiera, si no confiaban en el lo suficiente como para contarle ese tipo de cosas el tampoco podía confiar en ellos y en que todo saldría bien.

— Vamos entonces — contestó el alfa, ofreciéndole una de sus manos que fue rápidamente tomada por el pelirrojo.

[...]

— Solo es un berrinche, ya le dará hambre y regresara — mencionó Giyu, mientras chocaba su katana contra la de Sanemi.

— Pero está en espera... es peligroso que este en ayuno tantas horas, deberíamos ir a buscarlo — propuso Tengen angustiado por el menor, quién se había ido hacía más de 6 horas.

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