Capitulo 10

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Se miro al espejo, acariciando con cuidado su glándula adolorida y moreteada, pensando que Giyu se había sobrepasado al pellizcarle la noche anterior.

Soltó un suspiro pesado al pensar también en Murata, por su culpa había sido castigado de forma pública esa misma mañana, ahora no podría ver al hombre a los ojos, no sabía como pedirle disculpas.

Después de todo el apoyo y ayuda que le había ofrecido el mayor y la única vez que el hombre le había necesitado y el no pudo ayudarlo, excepto por esa vez en el pasado cuando lo salvo en la montaña Natagumo, recordó el menor con una sonrisa los buenos tiempos, antes de conocer a todos sus destinados.

Rodó los ojos con molestia al escuchar la puerta abrirse sin antes tocar, se trataba de Muichiro, el menor caminó en su dirección con un plato de comida para dejarlo en el tocador en frente suyo.

Se acercó para darle un beso en la mejilla, sonriendo con diversión cuando el mayor desvío el rostro gruñendole en amenaza.

— No me digas que sigues molesto por que saque mi forma animal — habló el azabache con un tono burlón, al ver que el mayor no dijo nada decidió seguir — No planeaba lastimarte de verdad, solo quería meterte un susto, no te estabas comportando de la manera adecuada — le explicó mientras se sentaba en la cama detrás del pelirrojo.

—Toca la puerta antes de entrar, tienes que respetar mi privacidad— le gruñó el mayor como respuesta, no queriendo hablar de lo que paso la noche anterior y causando el interés en el ojimenta.

—¿Por qué debería de hacerlo? Somos destinados, no tienes nada que ocultarme — le contestó con supuesto desinterés con la clara intención de provocarlo, amaba ver las reacciones en el, así fueran malas o buenas, era mejor eso a tener su indiferencia.

El mayor apretó los dientes con fuerza, sintiendo como la ira subía en el a grandes oleadas por la simple respuesta del menor, pero tenía que aguantar, no le daría el gusto.

Si pensaba que su mal humor no podía empeorar estaba muy equivocado, Giyu había entrado a la habitación con toda confianza, sin decir ni una palabra como si la noche anterior no lo hubiera humillado en frente de todos al revelar su pasado ni hubiera estado pellizcando y jaloneando su glándula a su antojo.

— No pongas esa cara, solo vengo a traerte un yukata que Shinobu me pidió que te trajera — le contó el ojiazul poniendo el cambio de ropa sobre la cama.

— No lo quiero, llevatelo — ordenó con dureza.

—¿Estás seguro? Con el yukata estarás más cómodo — preguntó, mirandolo con duda.

El omega solo resopló molesto ignorando al alfa mayor, para después empezar a comer con furia sin siquiera detenerse a masticar la comida, casi atragantándose, le molestaba la sola presencia de ellos, quería que se largarán cuanto antes de la habitación y que le dejarán solo.

— Si yo fuera tú no comería tanto — le comentó el menor con una mirada burlona, antes de ser reprendido por Giyu quien le había gruñido en advertencia.

— Dejalo en paz — le siseó el mayor con molestia ante el gesto confundido de Tanjiro por el comentario de Muichiro, si no estuviera tan enojado con el, le preguntaría el porqué había dicho eso último, pero en estos momentos no tenía ninguna gana de cruzar palabra con ellos.

Extrañamente y para molestia del ojirojo ambos hombres se quedaron con el hasta que terminó de comer, para después levantarse de la cama.

— ¿Seguro que no quieres cambiarte? — preguntó el alfa mayor de nuevo, recibiendo un gruñido como respuesta — Esta bien, será como tú quieras — le contestó, mientras levantaba ambas manos como signo de redencion y rodando los ojos por el mal genio que se cargaba el omega.

Omega PrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora