Raro

39 8 1
                                    

Capítulo 17

Asher.

"Tú salud mental es más importante"

Las sentí moverse a mi alrededor, pero la vergüenza fue más. El tacto cálido y suave de una de ellas y las caricias de una sobre mi pecho. Sentí su peso sobre la mitad de mi cuerpo, mientras que la otra me acariciaba el cabello. Pero un tacto más logró llamarme la atención. Su toque era suave, pero a la vez, podía sentir la callosidad de sus palmas sobre mi frente y como remojaba mi cuello y mis sienes.

Una punzada en mi cabeza me hizo gemir en voz alta y entreabrí los ojos, cerrándolos al instante. La luz del techo me cegó brevemente y luego lentamente los abrí, mirando primero a Valezca. Ella me sostuvo la mano y la guió hacia sus labios, para depositarme un dulce beso en los nudillos.

Sonreí.

Mi mirada recorrió la habitación, me encontré con Alden en un rincón con las palmas de sus manos sobre su cabello ahora desordenado. Lez estaba acostada a mi lado, tenía una sonrisa ladina en sus labios y me abrazo repentinamente, causándome una sensación muy placentera.

Dios. Realmente, jamás creí que podría sentir esto. Sentirme amado por primera vez, puede que mi padre hace un tiempo me haya tocado las manos, dado un breve abrazo, pero valoraba esos pequeños momentos. Durante mi crecimiento, nunca pedí esas muestras de afectos a las personas con las que me relacionaba, al contrario, lo evitaba. A menos que la persona fuera lo suficientemente importante para mí.

Levante mi mano y me peine el cabello hacia atrás, odiando en este momento y deseando tener un par de tijeras para arrancarme este pelo lleno de rizos. Hasta que me detuve abruptamente cuando localicé a una mujer un poco mayor apoyada contra la puerta. Su cabello era tan largo como el de Alden y Valezca. Sus ojos eran de un precioso azul cielo y su sonrisa me recordaba a la Alden y a Lez.

Ay, Dios.

Es mi ¿suegra? Mis ojos se abrieron como platos y me dejé caer sobre la cama con un quejido, ocultándome bajo las mantas.

Dios, que vergüenza.

No había nada más que me avergonzara que tener un ataque de pánico en medio del trabajo de una de mis chicas y que ella tuviera que actuar rápida inyectándome un sedante.

Deja de lamentarte, y sal de ahí, tesoro— mencionó la madre de ellas.

Me despeje de las mantas y me senté, recargando mi espalda contra el respaldo. Lez se mantuvo a mi lado y me tocó el cabello, peinándolo hacia atrás, como a mi me gusta.

Lo siento—aclare mi garganta al oír mi voz casi aguda.

—¿Te encuentras mejor? Durante tu descanso, comenzaste a tener fiebre—informa Lez.

—Llamamos a mamá a penas sentimos que no estabas bien. Lo hubiera hecho Alden, pero tuvo que ir corriendo de emergencia al hospital para buscar unos medicamentos para ti.

Mi mirada se cruzó con la Alden y sonreí a medias . Le guiñe un ojo y observé a su madre. Estaba mirándonos con una mirada y sonrisa extraña.

—Sobrevivirás—comentó jovial.

Me río suavemente y sacudo la cabeza.

Asher #3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora