Asher #3

Información reveladora

Capítulo 31
Asher.

"Existen emociones que la cordura no entiende"

¿Han sentido alguna vez esa sensación de no querer levantarse de la cama por lo cálida que se siente?

Pues, en esta ocasión, me tocó a mí. Con el cuerpo de Valezca presionando contra mi costado. No quiero levantarme, solo quiero seguir aquí.

Valezca bosteza y acurruca su cuerpo contra mí, restregándose como una gatita. Suelto una risa y me estremezco con un quejido cuando ella clava su dedo en mis costillas.

—No te burles. Tengo frío—nos cubro más y me giro, mirándola de costado. Su cabello se encuentra desordenado y lo retiro de su rostro, mostrándole una sonrisa.

—Buenos días, preciosa—curvo mi mano sobre su mejilla y delineo su rostro con las yemas de mis dedos. Y no voy a negar que hacer esto cada mañana me está gustando mucho.

Vale me besa la muñeca y se sienta en la cama, alejándose de mis mimos. Me quejo y coloco mis brazos detrás de mi cabeza.

—Hoy tienes que ir con el terapeuta.

Asiento y suelto un suspiro.

—Sí... pero quiero estar un ratito más así contigo, por favor—junto mis manos y realizo un puchero. Vale sonríe tímida y se arroja sobre mi, repartiendo besos por todo mi rostro. Me río y la rodeo con mis brazos.

—Solo cinco minutos, no más—acepta mi propuesta y se vuelve a acurrucar contra mí.

—Buenoooo...

(...)

Me relamo mis labios sintiendo la hinchazón. Nunca pensé que me arderían los labios de tanto besarme con alguien, y no solo eso. A mi amiga aquí presente quien me mira avergonzada... le gusta morderme. Quito la gota de sangre que comienza a aparecer y me cruzo de brazos.

Probablemente no hayan sido cinco minutos. De hecho, vamos tarde a la consulta con mi terapeuta. Por eso mismo la observó mientras se termina de colocar la ropa de trabajo. La radio de Vale hace un sonido y la misma se estira sobre la cama, agarrándola.

—Valezca, arregla el disturbio en la zona C—me rio cuando la cara de Valezca dibuja una mueca de desagrado y responde por la radio:—Entendido.

—Me tengo que ir—deja caer la radio y se levanta abruptamente acercándose a mí. Extiende su mano y jala del extremo de mi camiseta hasta ella, chocando con fuerza sus labios y los míos. Gimo sobre su boca y le sigo el juego, porque no hay nada que ame más que besar a mis chicas. Me está gustando mucho. Anclo mis manos sobre sus caderas y la estrechó contra mí, saboreando su beso como si fuera el único néctar en el planeta.

Cuando Valezca se separa, me golpea el pecho y se ríe.

—Deja de distraerme. Me tengo que ir—murmura y se aleja hasta la puerta.

Estiro mis labios y coloco mis manos sobre mi cintura.

—¿Y mi beso de despedida?—inquiero, alzando una ceja. Valezca suspira y se acerca, pero rápidamente agarra mis muñecas y las mantienen entre nosotros después de alzarse de puntillas y darme un casto beso.