Capítulo 1

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Seúl, Corea - Agosto, 2023

—Cielo, necesitas que te echen un buen polvo.

Jennie Kim se estremeció al escuchar el grito de Jisoo en mitad del pequeño Café de Seúl, donde se encontraban terminando los restos de su almuerzo. Desafortunadamente para ella, la voz de su amiga poseía un encantador timbre agudo que podía hacerse oír incluso en mitad de un huracán.

Y que en esta ocasión, fue seguido de un repentino silencio en el atestado local. Al echar un vistazo a las mesas cercanas, Jennie percibió que los hombres dejaban de hablar, y se giraban para observarlas con mucho más interés del que a ella le gustaría.

¡Dios! ¿Aprenderá alguna vez Jisoo a hablar en voz baja? O peor aún, ¿qué será lo próximo que haga, quitarse la ropa y bailar desnuda sobre las mesas?

Otra vez.

Por enésima vez desde que se conocieron, Jennie deseaba que Jisoo pudiese sentirse avergonzada. Pero su amiga no conocía el significado de dicha palabra. A ella le daba igual el mundo y lo que pudieran pensar.

Se tapó la cara con las manos e hizo lo que pudo por ignorar a los curiosos mirones. Un deseo irrefrenable de deslizarse bajo la mesa, acompañado de una urgencia aún mayor de darle una buena patada a Jisoo, la consumían.

— ¿Por qué no hablas un poquito más alto, Chu? —murmuró—. Supongo que la gente de Canadá no habrá podido escucharte.

— Oh, no lo sé —dijo el guapísimo camarero moreno al detenerse junto a su mesa—. Seguramente se dirigen hacia aquí mientras hablamos.

Un calor abrasador tomó por asalto las mejillas de Jennie ante la diabólica
sonrisa que le dedicó el camarero, obviamente en edad de estar todavía en la universidad.

— ¿Puedo ofrecerles algo más, señoritas? —preguntó, y después miró directamente a Jennie—. O para ser más exactos, ¿hay algo que pueda hacer por usted?

¿Qué tal una bolsa con la que taparme la cabeza y un garrote para golpear a Jisoo?

— Creo que ya hemos acabado —contestó Jennie con las mejillas ardiendo. Definitivamente, mataría a Jisoo por esto—. Sólo necesitamos la cuenta.

— Muy bien, entonces —dijo sacando la nota, y escribiendo algo en la parte
superior del papel. La colocó justo delante de Jennie—. Puede hacerme una llamadita si necesita cualquier cosa.

Una vez el camarero se marchó, Jennie se dio cuenta de que había anotado su nombre y su teléfono en la parte superior del papel.

Jisoo le echó un vistazo y soltó una carcajada.

— Espera y verás —le dijo Jennie, reprimiendo una sonrisa mientras
calculaba el importe de la mitad de la cuenta en su celular—. Me las pagarás.

Jisoo ignoró la amenaza y se dedicó a buscar el dinero en su bolso adornado con un par de Hello Kittys.

— Sí, sí. Eso lo dices ahora. Si yo estuviese en tu lugar, marcaría ese número. Es algo guapo el chico.

— No está mal pero no es mi tipo —corrigió Jennie—. Y creo que voy a pasar. Lo último que necesito es que me encierren por corrupción de menores.

Jisoo paseó la mirada por el preciso lugar donde el camarero esperaba, con una cadera apoyada en la barra.

— Sí, pero don Soy Igualito a Zac Efron, que está ahí enfrente, bien lo merece. Me pregunto si tendrá algún hermano mayor…

— Y yo me pregunto cuánto estaría dispuesta a pagar Rosie por saber que su
mujer se ha pasado todo el almuerzo comiéndose con los ojos a un niño de veinte.

MI SUEÑO PROHIBIDO | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora