Jennie acababa de preparar una sopa instantánea y unos sándwiches cuando Lisa entró a la cocina.
— ¿Te sientes mejor?
— Sí —le contestó mientras se sentaba a la mesa.
La morena removió su sopa con la cuchara sus palillos y observó comer a la tailandesa. Su cabello reflejaba la luz del sol del atardecer y lo hacía parecer aún más claro.
Se sentaba con una postura muy erguida, y el más leve de sus movimientos despertaba una oleada de deseo en ella. Podría pasarse todo el día contemplándola de ese modo y no se cansaría.
No. Lo que en realidad deseaba era levantarse de la silla, acercarse a ella, sentarse en su regazo y pasarle las manos por esas maravillosas ebras doradas mientras la besaba ardorosamente.
¡Déjalo ya Jennie Kim! ¡Contrólate!
— ¿Sabes? —le dijo, insegura—. He estado pensando… ¿Y si te quedaras aquí? ¿Tan malo sería vivir en mi época?
La mirada que le dedicó hizo que sus mejillas se pusieran más rojas que un tomate.
— Ya hemos hablado de esto, Jen. Éste es no es mi mundo; no lo comprendo, no entiendo sus costumbres. Me siento extraña, y odio esa sensación.
Jennie se aclaró la garganta. De acuerdo, no volvería a mencionar el tema. Suspirando, tomó el sándwich y comenzó a comérselo, aunque lo único que le quería era darle las mil razones que tenía para que no se fuera.
Una vez acabada la cena, Lisa la ayudó a limpiar la cocina.
— ¿Quieres que te lea? —le preguntó.
— Claro —le contestó.
Pero Jennie sabía que algo iba mal. Le estaba ocultando algo; se mostraba fría y algo distante.
No la había visto así desde que la conoció.
Jennie subió, tomó su libro nuevo de Peter Pan y volvió a bajar. Lisa ya estaba acostada en el suelo, apilando los cojines.
La morena se acomodó en el suelo y con cuidado recostó la cabeza sobre su estómago. Pasó la primera página y empezó a leer.
Lalisa escuchó la voz suave y melodiosa de Jennie, y no dejó de mirarla un solo instante. Observaba cómo sus ojos bailaban sobre las páginas mientras leía. Se había prometido no tocarla pero, en contra de su voluntad, alargó un brazo y comenzó a acariciarle el cabello. El contacto sobre su piel le quemó profundamente, anhelando dolorosamente hacerla suya en ese momento. Pero como pudo, lo resistió.
Mientras las oscuras y sedosas hebras acariciaban sus dedos, dejó que la voz de la morena la alejara de allí y la llevara a un lugar acogedor. Un lugar en el que podía sentirse en un hogar, aquel que le había sido negado durante toda la eternidad.
Un hogar en donde sólo existían ellas dos. Sin dioses ni maldiciones. Maravilloso, dulce y cálido.
Jennie arqueó una ceja cuando notó que la mano de Lisa se apartaba de su cabello y le desabrochaba el botón superior de la camisa. Contuvo la respiración y aguardó expectante, pero aún así no estaba muy segura de sus intenciones.
— ¿Qué estás…?
— Sigue leyendo —le dijo mientras acababa de desabrochar el botón.
Con el cuerpo cada vez más acalorado, Jennie leyó el siguiente párrafo y Lisa le desabrochó el siguiente botón.
— Lisa…
— Lee por favor.
Ella leyó otro párrafo mientras la mano de la tailandesa descendía hasta el siguiente botón. Sus acciones le estaban haciendo perder el control y respiraba entrecortadamente con el corazón latiendo a un ritmo cada vez más frenético. Alzó la mirada y se encontró con los ojos hambrientos de la guerrera.
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MI SUEÑO PROHIBIDO | JENLISA
FanfictionUna mujer deseada por hombres y mujeres, tan inteligente y hermosa que causa los celos de los dioses quienes la condenan a vagar eternamente. Anhelante de las caricias de aquélla que la invoque, para proporcionarle un placer exquisito y supremo. ...