Capítulo 19

1.1K 123 8
                                    

La mirada fría y vacía que tenía Lisa en aquel momento era la misma con la que la había mirado la noche en que la convocaron. Y a Jennie la partió en dos.

— ¿Qué quieres decir? —inquirió ella.

La rubia desvió la mirada.

— Tara me ha hecho una oferta para devolverme a casa. Una vez rompamos la maldición, me enviará de nuevo al antiguo Siam.

Jennie se esforzó por seguir respirando.

— Entiendo —dijo, aunque se estaba muriendo por dentro—. Me usarás y después te irás. —Y siguió con un nudo en la garganta: — Al menos no tendré que pedirle a Jisoo que me lleve a casa después.

Lalisa retrocedió como si la hubiese abofeteado.

— ¿Qué quieres de mí, Jennie? ¿Por qué ibas a querer que quede aquí?

Ella no conocía la respuesta. Lo único que sabía era que no quería que se marchara. Quería que se quedara.

Pero no en contra de su voluntad.

— Te voy a decir algo —le dijo. Comenzaba a enfadarse ante la idea de que la guerrera desapareciera—; no quiero que te quedes. De hecho, se me está ocurriendo una cosa, ¿qué tal si te vas a casa de Jisoo por unos días? —y entonces miró a su amiga—, ¿te importaría?

Jisoo abría y cerraba la boca como un pez luchando por respirar. Lisa alargó un brazo hacia Jennie.

— Jen…

— No me toques —le advirtió apartando su propio brazo.— puedes hacer lo que quieras. Quedarte o irte, de todos modos no me importa.

— ¡Jennie! —exclamó Jisoo—. No puedo creer que tú…

— Bien —dijo Lisa con voz fría y carente de emoción—. Al menos no me ha escupido a la cara con su último aliento.

La había herido. Jennie podía verlo en sus ojos; pero ella también se sentía muy herida. Terriblemente herida.

— Hasta luego —le dijo a su mejor amiga y se marchó, dejando allí a Lisa.

Jisoo dejó escapar el aire lentamente mientras observaba a la tailandesa, que
contemplaba cómo Jennie se alejaba de ellas. Su cuerpo estaba totalmente rígido
y tenía un tic en la mandíbula.

— Donde pone el ojo, pone la bala. Un golpe directo al corazón. Una herida en carne viva.

Lalisa la dejó clavada con una mirada francamente hostil.

— Dime, Oráculo. ¿Cuáles deberían haber sido mis palabras?

Jisoo barajó sus cartas.

— No lo sé —le contestó melancólicamente—. Imagino que no te habría ido tan mal si hubieses sido honesta.

Lisa se frotó los ojos y se sentó en la silla, frente a Jisoo. No había tenido intención de herir a Jennie.

Y jamás podría olvidar esa mirada, mientras le escupía las duras palabras: «puedes hacer lo que quieras. Quedarte o irte, de todos modos no me importa.»

Se esforzó por seguir respirando, aguantando la agonía. Las Parcas seguían
burlándose de ella. Debían tener un día aburrido.

— ¿Quieres que te lea las cartas? —le preguntó Jisoo, devolviéndola al presente.

— Claro, ¿por qué no? —contestó. No iba a decirle nada que no supiera ya.

— ¿Qué quieres saber?

MI SUEÑO PROHIBIDO | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora