Capítulo 34: Jaden

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Llevaba un rato despierto, contemplando a Aria, que estaba dormida.

Había pasado la mejor noche de mi vida, y esperaba que ella también.

El ruido de una notificación me hizo desviar la mirada. Aria se movió un poco, inquieta. Para evitar que se despertase, puse el móvil en silencio una vez lo tuve en mis manos.

Alguien me había enviado una foto.

Confuso porque no sabía quién me la había mandado, pensé en ignorar y bloquear el número. Sin embargo, vi la imagen de todas formas.

Eran dos personas besándose en el gimnasio, durante el baile de fin de curso.

Y una de ellas era Ariadna.

Lo primero que se me pasó por la cabeza fue que aquello era imposible, que era Photoshop o algo así. Pero se veía muy real.

De primeras, no supe identificar a la otra persona. Solo me fijé en que era un hombre con el cabello rubio.

Hasta que, después de unos segundos observando la imagen, vi de quién se trataba.

Era Ivor.

Besando a mi novia.

Al instante entendí que aquello no había sido consentido.

Aria jamás besaría a Ivor.

No después de lo que hicieron.

De hecho, Aria jamás besaría a alguien que no fuera yo.

Puesto que Ashton aparecía en la foto, un poco escondido, me pregunté quién la había podido sacar.

Escuché a Aria murmurar algo. Se estaba despertando.

No quería discutir con ella, después de lo que habíamos vivido la noche anterior. Es por ello que decidí tener esta conversación más tarde.

—Buenos días, amor —dije, dejando atrás lo que acababa de ver.

Volvió a murmurar algo ininteligible y a moverse.

—Buenos días —repetí, acariciando su mejilla.

A los pocos segundos, abrió los ojos.

—Mhm.

—¿Qué tal has dormido?

—Mhm.

Volvió a cerrarlos.

Sonreí.

—Son las nueve, ¿quieres desayunar?

Asintió con la cabeza mientras bostezaba.

Yo aparté las sábanas para levantarme y vestirme.

—No te vayas, porfa —pidió, alargando el brazo para detenerme.

Me giré para mirarla.

—Tranquila, solo iba a por algo de ropa. ¿Quieres que te deje algo?

Volvió a asentir.

Fui al armario y cogí varias prendas. Unas para mí, y otras para ella. Cuando llegué a la cama, se las di. Ambos nos las pusimos.

—Voy a llamar a mi madre para que nos traiga el desayuno, ¿vale?

—Vale.

De nuevo, cogí el móvil para mandarle un mensaje a mamá. Al desbloquearlo, se me borró la sonrisa porque volví a ver la foto de Aria e Ivor.

—¿Estás bien? —preguntó ella.

Rápidamente, salí de aquel chat para entrar al que tenía con mi madre, evitando que mi novia viera la imagen, y respondí que sí.

Aunque no lo pidas (Deseos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora