VESTIDO ROJO

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Estaba emocionada por el día de la cosecha y el futuro premio, aunque sí estaba nerviosa, ya que estaba compitiendo con Coriolanus Snow... Si, una parte de ella sabía que él se lo ganaría. Ella era una baratija a comparación de él, pero Rose tenía un poder especial y era nunca sentirse mal por lo que no tenía, si no podía ir a la universidad al menos quería conseguir un buen trabajo para poder salir de ese departamento infernal.

Vive en el último piso de ese edificio, no es grande y tampoco es un ático de lujo, tenía el peor techo y las peores paredes, pero la tía Margrii no iba a gastar ni un solo centavo para arreglar eso, era lo suficientemente tacaña. Prefería ver a Rose retorcerse de hambre en el suelo que gastar en ella.

Estaba preparada para todo ese día, incluso las malas miradas de los demás. Margrii no le daba dinero a Rose, eso todos lo sabían, pero a la chica no le gustaba verse mal, así que se las arreglaba para conseguir ropa... Las personas del capitolio son personas que llegan a tirar un vestido solo por una minúscula mancha, algunos vestidos que Rose encuentra están casi intactos. Se los ponen una vez y dejan de usarlos, después los tiran y el armario de Rose crece.

Esta vez encontró un vestido rojo, y algunas faldas negras, verdes, amarillas, varios aretes y muchos retazos de tela desperdiciados de muchos colores. Rose se las arregló para hacer un buen conjunto rojo y del maquillaje no sufrió, la tía Margrii tenía un invernadero en el techo y muchas de las flores caían sobre su ventana, en especial la dipladenia roja. Estaban genéticamente modificadas para que soltaran un mayor pigmento, la tía Margrii vendía pintura hecha con esas flores... Con los pétalos de la dipladenia se hacía sus labiales y retoques en sus ojos.

Se veía en el espejo con su relativamente nuevo vestido. Todas las modificaciones las hacía con su máquina vieja y si se le llegaba a complicar algo hablaba con Tigris que siempre fue amable y se prestaba a las ideas locas de Rose sobre la ropa y sus formas.

No era para nada discreto, era una verdadera rosa roja.

—¿No te da vergüenza que te vean vestida de pura basura?—La pregunta de la tía Margrii fue el detonante para que su sonrisa se borrara de su rostro.

—Debería darte vergüenza a ti, tía Margrii—responde Rose arreglándose el gran moño que tenía en el pecho de una tela traslúcida de otro tono rojo. —, ¿No se pregunta qué pensarán de usted?

—Ellos no tienen nada que decir de mí, tu eres la que hurga la basura para sacar esos retazos viejos...—dice Margrii mientras camina a donde está Rose. Pasos largos y lentos. Rose voltea a verla. Una mujer extremadamente gris de cabello castaño rojizo con un par de canas, fumando una pipa y de ceño fruncido.

—La culpa es suya...—con esa respuesta la tía Margrii le da una cachetada que la hace retroceder un paso.

—Te prohíbo que me hables de esa forma. Sin mi, quien sabe que habría sido de ti, mocosa insolente. Sacrifique mi vida por ti—dice Margrii y se apunta a sí misma. Rose seguía viendo el suelo, pasando saliva para deshacer las ganas de contestarle, sí lo hacía le iría mal. —Eres tú la que hace el ridículo, no yo. Repítelo Rose.

Rose levanta la mirada lentamente, estaba segura de que no hacía el ridículo. Se rehusó a decirlo, con ello recibió otra cachetada.

—¡Dilo Rose!—le grita Margrii.

—Soy yo la que hace el ridículo...—dice Rose sin ganas. —Ya me voy... Se me hará tarde.

—¡Si, niña! ¡Huye! ¡Como lo hizo tu maldita madre!—le grita Margrii mientras la ve irse de prisa.

Rose se apresura a emprender camino, no quería seguir en presencia de su tía Margrii. No entendía porque la odiaba tanto o por que siempre mencionaba a su madre en momentos como ese. No le cuenta nada y tampoco le interesa, solo quería irse de ahí.

LAS ESPINAS EN LAS ROSAS | Coriolanus SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora