PALABRAS VACIAS

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Rose veía a Coryo escribir y murmurando palabras que al parecer creía que Rose la estaba escuchando, pero ella solo escuchaba balbuceos y palabras entre dientes.

—Coriolanus, puedes hablar más alto, no entiendo nada de lo que dices—habla Rose recargándose en la mesa.

—Hablaba de los patrocinadores...—dice Coryo —¿Ya terminaste con tu desfile?

—Mi desfile no se va a poder realizar, solo son dos días. ¿Te imaginas? Un gran pasillo donde se presentan los tributos bañados, arreglados y con vestidos hermosos de diseñador.

—No creo que ningún diseñador quiera vestir a un tributo—le dice Coryoy Rose se endereza sonriendo.

—¿Por qué no?—le pregunta entrecerrando los ojos. —Ten visión, Coriolanus. Ganaría una popularidad significante que haya vestido al tributo vencedor.

—¿Por qué siempre piensas en vestidos?—le pregunta recargando su codo en la mesa para verla.

—No siempre pienso en vestidos—dice desviando la mirada. —Pienso en otras cosas.

—¿A si? ¿Cómo qué?—pregunta levantando una ceja.

—Pues...—se detuvo a pensar un segundo viendo su propuesta escrita, eran tres páginas, incluso tenían unos dibujos llamaban la atención, incluso de Coryo —Dibujos—dice levantando uno de con un vestido muy voluminoso.

—Es un dibujo de un vestido—Coryo se empieza a reír cuando Rose voltea la hoja y cambia su expresión al ver su dibujo.

—¡No! ¡Coriolanus! Todavía no me doy por vencida—le dice y le cubre la boca para que dejara de reír. —También pienso en...

—¿Tela?—dice Coryoquitándose la mano de Rose de la boca.

—¡Si!

—Materia prima para los vestidos—sigue riendo.

—Escucha, me caes mal—le dice y Coryo asiente sin dejar de sonreír. —, y no pienso solo en vestidos, tela y dibujos de vestidos. También pienso en... flores...

—¿Las que robas?

—Están en mi ventana y en mi casa. Eso no es robar—le dice apuntando con su dedo índice. —Y puedes dejar de criticarme, por favor. Tenemos trabajo que hacer—dice Rose volviendo a ver los papeles.

—Llorona—murmura.

—Criticón...—ahí Rose deja los papeles en la mesa y comienza a acomodarlos en orden. —¿También le darás crédito a Clemencia?—con su pregunta Coryo levanta la mirada y la ve.

—Le dijo públicamente y con testigos que lo escribiríamos juntos—responde Coryo volviendo a mojar la pluma en la tinta. —¿Crees que tu ojo estará bien para mañana?

—Eso espero o harán preguntas—contesta Rose poniéndose de pie. 

—Sí hacen preguntas ¿cuál es la historia?—pregunta Coryo.

—Me caí...—responde Rose como si fuera una buena excusa. Coryo niega con la cabeza y ve a Rose ir por la toalla mojada que le había puesto Tigris en el ojo. —Tengo que ser demasiado desafortunada, no tengo nada de maquillaje para el rostro y Tigris no usa los colores que yo uso, vas a tener que ver esta cara pálida sin ningún color mañana.

—¿Donde vas a dormir?—le preguntó Coryo viéndola caminar a la puerta abierta de la habitación. —Te recuerdo que en las demás habitaciones no hay muebles.

—Dormiré con Tigris. Ella me aceptó que me quedara, así que la mitad de su cama me pertenece—le dice tomando el picaporte de la puerta. —¿Cierro la puerta?

LAS ESPINAS EN LAS ROSAS | Coriolanus SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora