LA VERDADERA

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Clemmie había recibido una llamada como siempre de Rose Zsasz, pero está vez no tenía buenas noticias, le susurró al oído que por el amor a todo fuera a darle una visita a su Tía Margrii a su residencia.

























Era casi medianoche, pero el hospital no puede cerrar nunca, todo puede pasar en la noche, pero no necesitas 8 enfermeras para una sola emergencia, así que Rose solo tenía a dos de sus pasantes para acompañarla en la guarda, mientras ellas rendían y sacudían camas, Rose se dedicaba a enumerar medicamentos que cada día eran más pocos, le preocupaba, pero ni siquiera eso se comparó al susto que le dio al escuchar a alguien tocar la puerta. Generalmente nadie va a esa hora, siempre han sido días tranquilos…
Rose se encargó de la puerta notando que Coryo estaba ahí. Rose frunció el ceño al verlo tan serio y quieto.

—¿Qué haces aquí, Coriolanus?—preguntó Rose confundida.

—¿Ahora me llamas así? Déjame entrar…—le pide Coryo.

—Estoy de guardia…

—Eres la administradora, te puedes tomar el tiempo que quieras—le dice entrando sin que Rose pudiera detenerlo.

—¡Coriolanus Snow!—le gritó Rose persiguiendolo. —Esto es un hospital, ¡Un maldito hospital!

—Estoy consciente, así que te recomiendo atenderme, estoy enfermo…—le dice Coryo sentándose en una camilla recién tendida.

—Deja de fingir, nadie en este lugar te cree—le dice Rose poniéndose en frente de él

Estos dos se quedaron viéndose un rato, mientras que Coryo estaba sonriendo, mientras saque Rose estaba sería por completo.

—¿Puedes decirles que se vayan?—le pregunta Coryo.

—No.

—Muy bien, lo hago yo—dice Coryo poniéndose de pie para ver a las dos enfermeras, que estaban incómodas por ver a su jefa discutir con un Agente de la Paz. —¿Pueden irse?

Las dos jóvenes y tímidas enfermeras se fueron sin pensarlo dos veces dejando sola a Rose con Coryo. Este, con una vista triunfadora a pesar de su seriedad, la ve y cruza sus brazos, como si estuviera esperando a que ella se disculpara o algo…

—¿Por qué estás aquí?—le preguntó Rose imitando su gesto y cruzando los brazos al igual que él.

—Leanus Pike…—el corazón de Rose bombeo un poco más fuerte al escuchar el nombre de Leanus en Coryo. —...Dijo que le dio fiebre anoche, y por eso no llegó a dormir.

—La tuvo…

—Debiste darle un buen tratamiento—Coryo dio un paso al frente.

—Uno muy bueno—le responde Rose sonriendo al fin.

—¿Qué tienes con Pike?

—¿Tu que tienes con Lucy Gray?—le devuelve la pregunta Rose haciendo que Coryo se paralizara. —, ahora ni siquiera intentas mentirme. Debí suponerlo cuando dijiste intentar en lugar de que lo harías. Tu prometiste…

—Es algo que se me salió de las manos, Rose.

—¿En qué sentido? Te veías muy feliz con ella hasta que te percataste de mi presencia—le dice Rose.

—Sé que no voy a borrar esa imágen de tu cabeza, como yo no voy a borrar la imágen de tu labial en el cuello de Pike—le dice pareciendo ofendido, por lo tanto Rose hace una seña con la manos expresando su confusión.

—Entonces, Puedes besar a Lucy Gray, pero ¿yo no puedo besar a Leanus?—le pregunta Rose apuntándolo y así misma. Coryo se le estaban acabando las palabras.

LAS ESPINAS EN LAS ROSAS | Coriolanus SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora