ROSAS

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El jardín de rosas era su favorito, eran rojas casi como su cabello, amaba la sensación de los pétalos en sus mejillas, suave y amable, y cuando llegaba a sus labios le hacía cosquillas. Era su patio de juegos junto con Tigris, su mejor amiga, era mayor que ella y la trataba muy bien, era amable, hablaba suave y lindo de su cabello o como está misma sacaba el pigmento rojo de las rosas para ponérselas en las mejillas, Rose amaba tener pintada la cara.

Era una casa demasiado grande, y solo estaba su padre… su madre y ella, Roselyn Zsasz, antes de ella ser miserable llegó un niño, rubio y rizos hermosos, sus ojos azules eran como el cielo e iba de la mano de la señora Snow, la amiga de su madre. Tigris y ella habían estado jugando en el jardín y Rose tenía las mejillas manchadas de pigmento de rosa.

Ella vio al niño al que Tigris llamó… Coryo…















🥀

No le gustaba soñar y menos con recuerdos tan inútiles para ella en esos momentos. Extrañaba su vieja casa, pero… ya hacía mucho tiempo que la perdió, después de Los Días Oscuros las rosas no volvieron a crecer.

Se levantó de su cama y sus ojos recorrieron la habitación oscura, se había peleado con Coriolanus esa tarde y era la primera vez que ella le gritaba de esa forma, se sentía culpable por herir sus sentimientos, pero ella también lo tenía heridos. ¿Qué debía hacer? ¿Qué se supone que debía hacer?

Rose ve a la ventana y nota que está por amanecer, un nuevo día estaba por comenzar y ella ya estaba completamente agotada. Sin más remedio tuvo que ponerse de pie y arreglarse para trabajar, el trabajo se volvió más pesado conforme los días, las horas y los minutos pasaban encima de ella, odiaba hacerlo cuando recordaba que su tía se había quedado con su herencia…

Esperaba en la recepción cuando le llegó un paquete verde con patrones en el papel… cuando lo abrió se encontró primero con una nota:

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Listo

-C

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Clemmie había cumplido con lo que le había pedido, sonrió por el hecho de que todo saliera bien. En poco tiempo recibiría noticias.

































Rose después de haberse peleado con Coryo prefirió evitarlo antes de volver a verlo, no quería tener que ver su rostro, necesitaba espacio.
No fue al lago, ir implicaría verlo y eso era lo que menos quería, poco después se entero que él tampoco fue al lago con Lucy Gray, y eso no solo la ofendía, sino que le enojaba pensar que Coriolanus Snow pensó que si de esa manera iba a ganar su afecto, pues estaba muy equivocado.

No aportaba la idea de ver a Coriolanus, pero estar peleada con Coryo no lo hacía estar peleada con Sejanus así que cuando esté solicita hablar con ella, Rose atiende sin ningún problema.

Se encontraron en la parte de atrás del cuerpo médico, estaba feliz de poder tener una conversación con alguien que no la veía como un ser inferior a ella. Cuando se acerca a Sejanus lo abraza con fuerza.

—¿Cómo has estado? — Sejanus le pregunta amable, Rose seguía sonriendo hasta que se separaron del abrazo. Estaba feliz de tener un amigo como él.

—Las cosas van bien por aquí, no hay muchos enfermos y las heridas siempre se pueden tratar, ¿Qué ocurre?—le pregunta sonriendo, si la había llamado debía de haber una razón y así es como Sejanus se comienza a poner nervioso.

Lo conocía, muy bien de hecho… estaba haciendo algo.

—Necesito tu ayuda—le dice Sejanus amable. Rose no dejo de sonreír, pero sabía que lo que le iba a pedir iba a ser… complicado…

Pero no sabía que sería tan complicado.













Rose se encontraba callejón que daba directamente a las marchas de los Agentes de la Paz, a esas alturas ya debería de estar llegando, por lo que se esconde y observa a los Agentes… solo duró un poco para que su vista se pusiera en Corto llegando a su destino, lo ponen en descanso y después lo liberan, en ese giro Rose se pone en el cambio de visión de Coryo y le hace una seña para que fuera con él.

—¿Rose?—la llama cuando va con ella. —Ha pasado tiempo…

—Dos semanas no es tanto. Pero vine a hablarte de algo importante…—dice Rose recibiéndolo en el callejón.

—¿Qué sucede?—le pregunta poniéndose enfrente de ella. Aunque su respiración parecía cortarse al estar ahí.

—Es Sejanus, ¿Sabes lo que hace?—le pregunta Rose esperando su reacción, aunque no parecía sorprendido, era bastante evidente que lo sabía… —Me pidió medicina para ellos…

—Te juro que le dije que parara—le contesta Coryo. —Pero no sé que tiene en la cabeza.

—Va a hacer que lo maten, ¿Sabías eso?— le dice Rose frunciendo el ceño y dando un paso firme al frente. Se acercó solo un poco para mostrarle lo grave que era esto.

Coryo pasa su mano por su cabeza sin saber exactamente qué contestarle, las cosas se estaban complicando con Sejanus y su deseo por ayudar tan latente. Rose en cambio se mantenía viéndolo lo cual también nublaba su juicio.

—Estoy consciente—responde firme. —, ¿Pero que se supone que tengo que hacer?

Rose se quedó callada. Ella tampoco sabía qué hacer. Después de meditar las cosas sacude su nariz y ve de nuevo a Coryo con la misma intensidad que el primer día que lo vio.

—Orientarlo, si no puedes hacer que se detenga al menos hay que cuidarlo—dice Rose convencida de lo que estaba diciendo estaba bien. —debemos cuidarlo… Es ingenuo…

Coryo vacila al escucharla, no entendía su preocupación por Sejanus, ¿Desde cuándo le importaba?

Cuando las primeras gotas de lluvia llegaron, los Agentes de la Paz comenzaron a moverse para irse y no mojarse tanto… En cambio, Coryo y Rose no se movieron de dónde estaban, tenían que concluir esa conversación.

—, hablas de traición, ¿Sabes? Me estás pidiendo…—dijo Coryo poniendo sus manos en la cintura, llevaba su arma colgada, además comenzaron a llamarlo.

Cuando sorprendieron a Coryo hablando así de cerca con Rose comenzaron a gritarle cosas, animandolo a seguir con ella. Rose fastidiada solo frunce el ceño.

—¡Eso campeón!—le gritó uno que no pudo identificar, estaba demasiado lejos.

—¿Ni siquiera vas a negarlo?—le preguntó Rose.

—Me gusta así…—le responde Coryo sonriendo un poco.

—Coriolanus esto es serio—le dice Rose acercándose a él, Coryo no pasa la oportunidad de tomarla de las manos y acercarla aún más a él provocando que los Agentes de la Paz de atrás siguieran animando a la “pareja”

—Ayudarlo es aún más serio, podrían llevarnos a la horca si nos atrapan conspirando con él, y prefiero mil veces que el mundo se vaya al carajo si me asegura que estés bien—le dice Coryo y Rose negó con ganas.

—No digas esas cosas—le pide Rose casi en un susurro. —Y suéltame nos están viendo.

—Quiero que me miren, quiero que me vean contigo—le dice Coryo llegando a un punto sensible de Rose…

El pasado la estaba golpeando en la cabeza y provocaba que la lluvia ya no se sintiera fría… odiaba sentirse tan vulnerable.

—Eres bueno en estos juegos…—le dice Rose suave para después alejarse.

Coryo no la forzó a quedarse, solo sintió como las manos de Rose se deslizaban por sus dedos hasta que solo quedó el agua de lluvia.

LAS ESPINAS EN LAS ROSAS | Coriolanus SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora