Base secreta

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Plutarch:

Me llamo Plutarch Hevensvee, tengo nueve años, y Effie el Hada es mi mejor amiga. El bosque del Capitolio es nuestra base secreta, ahora estamos jugando pero algo va mal, alguien viene...

-¿Que hace un agente en nuestro territorio?- digo yo indignado.

-No lo sé Plutarch pero si nos ve nos la cargaremos.-dice Effie escondiéndose tras el árbol en el que estábamos. Tan miedosa, tan precavida, siempre siguiendo las normas.

-Vamos a divertirnos un poco Eff.

-¿Que vas a hacer?-me pregunta preocupada.

-Enseñarle de quién es el bosque.- digo decidido.

-Pero... Plutarch...

-Escucha. Cuando te diga que corras, corre ¿vale?- pero ella me mira aun mas preocupada. Así que cojo sus manos.

-Recuerda que tú puedes volar y él no.- y entonces sonríe un poco.

Me subo a un árbol, lejos de Effie, y le lanzo al agente varias piñas. Se queja y se vuelve rápido buscando el origen del asalto. Bajo de un salto y grito.

-¡Ahora, corre!

La veo salir corriendo. El agente sin embargo mira en mi dirección muy furioso así que comienzo a correr yo también. Por mucho que corra no consigo perderlo hasta que una piedra le golpea en el casco. Este se detiene en seco y busca detrás suya el origen. Effie se acerca a mi dándome un tirón, alejándome del agente. Su pelo rubio se ondula en el aire y una sonrisa cubre su rostro. Es rápida, más rápida que yo, y pequeñita por lo que el guardia no la ha visto ni venir ni irse. Hace un rato que lo hemos perdido pero seguimos corriendo así que yo intento adelantarla y grito de libertad. Ella se ríe y grita también hasta que tropieza con una rama y cae al suelo.

-¡Effie!- me detengo en seco y vuelvo con ella.

Se ha raspado las rodillas y manchado de barro todo el vestido. No llora al ver sus heridas, si no al ver su vestido azul celeste rasgado. Comienza a llorar fuerte y ha frotarse los ojos.

-Effie todo está bien, no pasa nada.

-Era mi vestido favorito.- dice ella entre sollozos.- ahora no puedo ser bonita como un hada....-dice ella aún llorando. Asique que cojo una flor de jacinto que había en el suelo y se la pongo en el cabello.

-Tu siempre eres bonita como un hada.- esto parece calmarla y sorbe sus mocos y frota sus ojos.

-¿De verdad?-me pregunta todavía poco convencida.

-Si.- le digo sonriendo ofreciéndole la mano. Ella se levanta despacio.

-Gracias Plutarch.- me dice dejando un beso en la mejilla. Se va dando saltitos y canturreando a lavarse las manos al arroyo y yo solo la observo mientras noto mis mejillas calientes por el rubor.

El antes del despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora