¿Cómo te llamas?

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Effie:

Todo el mundo está hablando de los juegos del hambre. Mis amigas me han explicado en qué consisten. Sé que es una tradición y que es por el bien de todos. Sin embargo Plutarch piensa que es algo horrible. Yo no termino de entender qué son exactamente los juegos del hambre porque en mi casa no me dejan verlos como al resto. Mi madre dice que soy muy pequeña para verlos. Por lo menos ahora sé cuál es su trabajo. Ella es escolta en el distrito 12. Cuando me ha explicado su trabajo me ha dicho que solo intenta poder ayudar en algo que no tiene solución, no he terminado de entenderlo, ¿no tiene el capitolio todo bajo control? ¿Para que necesitan ayuda? 

Estoy dando un paseo buscando a mi madre por el interior del estudio en el que se graba el programa de Caesar Flickerman, hay niños de entre doce y dieciocho esperando a que les den paso en una fila. Se escuchan las risas estridentes de Caesar y los aplausos de la gente desde aquí dentro. Tengo mi canica en la mano, una canica que me ha dado mi madre para que me dé suerte en el colegio, ¿Cómo me va a dar suerte una canica? Aunque la verdad es bonita, es de un montón de colores. Yo juego con la canica en un asiento mientras veo como entran uno a uno. Al final solo queda un chico.

De repente mientras juego con ella pasándola de mano a mano se me cae y voy tras ella hasta que choca con el zapato del chico. Este la coge y después me mira. Yo solo me pongo roja, me da vergüenza, nunca he hablado con alguien de un distrito y él debe de ser de un tributo de este año. Tiene los ojos azules y el pelo rubio ceniza. Primero me mira con el ceño fruncido, luego niega con la cabeza y por fin me sonríe. Se acerca y yo me pongo más roja. Él me da la canica y yo la cojo.

-Ten más cuidado o la perderás.- me dice. La observó, ahora tiene un puntito negro por el golpe.

-Si, señor.- digo yo.

-¿Señor? .- dice el sorprendido y se ríe.-¿Cuantos años tienes?

-Diez.- digo yo intentando mantener su mirada y no quitar la vista de sus ojos por la vergüenza.

-Pues yo tengo dieciséis, ¿ves? Solo nos llevamos seis años así que no me llames señor, señor es mi padre. Yo soy Haymitch, Haymitch Abernathy. - me dice extendiendo su mano, y yo le doy la mano.- ¿y tú? ¿Cómo te llamas pequeña?

-No soy pequeña.-digo algo mosqueada.

-Bueno supongo que es justo.-Se ríe y vuelvo a enrojecer.

-Yo... me llamo... - intento decir mi nombre pero en ese momento se gira al oír los aplausos de despedida al tributo que iba antes que él. Se levanta y corre hacia la entrada del escenario pero no sin antes detenerse  y mirarme por última vez.

-Cuando gane los juegos volveré, y entonces me dirás tú nombre ¿trato hecho?- me dice convencido y sonriendo. Asiento con una gran sonrisa y siento una gran emoción indescriptible en todo mi cuerpo. Cuando entra todos aplauden y yo no puedo dejar de mirar la pantalla. Mi madre llega entonces y me ve.

-Hija, ¿Qué haces aquí?

-Vine a verte mamá.- vuelvo a mirar la pantalla-¿el chico de la tele... de qué distrito es?

-Ah, ese es Haymitch, es de mi distrito, del doce. Es un chico muy prometedor. Tengo todas las esperanzas puestas en él.- dice mirando segura la televisión y después me mira de nuevo.- ¿por que no vuelves con tu padre Effie?.- me dice y me da un beso en la frente.- en casa nos vemos.- yo asiento y me voy, no sin antes girarme por última vez a observar la pantalla en la que sale el tributo del doce, Haymitch Abernathy.

Ya en el coche de vuelta a casa un montón de pensamientos invaden mi mente. ¿Y si nunca le puedo decir mi nombre?

-Papá...- le digo triste.

-¿Si Effie?

-Ellos... ¿van a morir?

-¿Quienes?

-Los... los tributos.

-Bueno hija... En eso consisten los juegos. En que solo puede quedar uno.

-Pero...-digo yo pensando en ese chico mirando la canica mientras está se vuelve algo borrosa por mis lágrimas.-no quiero que mueran.- él solo me mira triste por el retrovisor.-¿por que tienen que morir?- le digo alzando la vista y la voz. 

-No hay nada que tú puedas hacer Effie. Será mejor que te vayas haciendo a la idea y no vuelvas a decir cosas así.- me dice severo.

Yo miro al suelo el resto del viaje.

El antes del despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora