Capítulo 1: El bar

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-Doctor creo que es mejor que tome más despacio, parece que ha bebido suficiente- Betty comenzaba a preocuparse, había visto a su jefe beber en contadas ocasiones, casi a diario, pero jamás como esta vez. Acarreaba las palabras como si no quisieran salir de su boca.

-¿Por qué, Beatriz? solo estoy relajado, pasando un momento distendido con usted- Armando volteó los ojos mientras acariciaba suavemente el filo de su vaso casi vacío, tratando de ocultar la pelea que tenía con él mismo.

-No parece relajado doctor, es más, lo veo demasiado preocupado- ella lo conocía muy bien, sabía que el whisky no solo significaba una bebida para él, sino más bien la única manera que encontraba para dejar de pensar.

-Está equivocada, Beatriz, si vinimos a este bar, fue para estar a gusto y disfrutar- respondió dubitativo, mientras trataba de acercarse más a su asistente deslizándose, poco a poco, sobre el asiento.

-Ya no más doctor, ¿si?- Betty era capaz de manejar las ocurrencias de su jefe en la oficina, pero nunca lo había visto de esa manera. Sabía muy bien que aquella salida ocultaba algo más y no estaba muy segura si quería descubrirlo.

-¿Qué hice ahora?, ¿ah?- respondió algo enojado, ninguna mujer se había atrevido a plantarse frente a él de esa forma.

-Creo que es mejor que me marche a mi casa, ya es demasiado tarde- Armando escuchó, una vez más, las palabras de Calderón en su cabeza y temió perder la oportunidad de adelantarse a Nicolás Mora.

-Espere Betty, no se vaya, ¿acaso no le gusta pasar tiempo conmigo?- tenía que concentrarse o el plan se iba a ir al carajo, cualquier cosa era preferible a tener que enfrentarse a Mario y decirle que no pudo lograr nada con su asistente.

-Claro que sí doctor, pero usted está actuando demasiado extraño. Sabe que puede confiar en mí, no es necesario que me oculte nada. ¿Hay algún problema con la empresa?- Y sí que lo hacía. Confiaba en ella más que en nadie. Sin embargo, estaba allí, siguiendo un plan completamente loco y sólo por la desconfianza del idiota de Calderón.

-Más problemas no, Betty, con los que ya tenemos es suficiente- Armando trató de calmarse, pero sintió que no podía seguir con esto, que no sería capaz de montar este juego, no a ella.

-¿Hice algo que le molestó? porque si es eso puede decirme. El doctor Calderón también estaba demasiado extraño.

-La verdad es que no sé si contarle, Betty- afirmó con una respuesta dudosa. Estaba seguro de que debía hacerlo, pero no sabía cómo. Le daba terror pensar en su reacción.

-¿Tiene que ver con Ecomoda o es algo personal?- preguntó ella. No podía entender qué le ocurría a su jefe, jamás lo había visto tan pensativo. Nunca había escuchado su voz quebrarse por los nervios, hasta hoy.

-Bueno... No sabría muy bien cómo responder a esa pregunta- dijo en un intento de perpetuar su indecisión.

-¿Por qué, doctor?- continuó ella tratando de aclarar sus interrogantes.

-Porque están involucradas tanto la empresa, como mi vida. Y...- pausó apenas unos segundos que, para a ambos, les parecieron eternos- y también usted.

-¿Yo?- reaccionó ella sorprendida.

-Sí. Usted y...

-Perdón, doctor, pero no le entiendo- interrumpió ella-  Usted sabe que puede confiar en mí. ¿O le queda alguna duda de mi confidencialidad?

-Dudas sobre usted... pueeees...- arrastró aquellas palabras con temor, al mismo tiempo que sus ojos oscilaban de derecha a izquierda como desorbitados.

Perdidos en la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora