APPEARANCES || BENEDICT BRIDGERTON ||

Capítulo 38. ¿Estás bien?

La temporada había llegado a su ecuador. Durante todo ese tiempo, los Duques de Grafton tuvieron un gran apoyo por parte de toda la sociedad. Benedict aparte de ayudar a su esposa con la gestión del Ducado, había vuelto a la Academia de Artes. En el caso de Diana, no solamente se encargaba de llevar todos los asuntos del título, sino que a petición del Señor Lloyd daba clases magistrales a algunos de los alumnos. En el ámbito personal, la pareja disfrutaba plenamente de sus primeros meses como marido y mujer. Siempre que tenían tiempo libre, buscaban estar solos, siendo siempre motivo de comentarios entre los Bridgerton.

Había llegado un nuevo día en la Casa Dashwood. Benedict se había levantado en primer lugar para vestirse, mientras Diana aún seguía durmiendo en la cama.

-Buenos días, cariño. -Dijo el lord una vez listo mientras se acercaba a la cama y le daba un beso a su esposa. -Ya es hora de levantarse.

-Unos minutos más. -Respondió la Duquesa muy adormilada.

-Sé que te lo pregunté anoche, pero... ¿seguro que estás bien? -Comentó Benedict algo preocupado. -Llevas unos días muy rara.

-Simplemente estoy cansada. -Contestó la joven mientras se desperezaba en la cama. -Últimamente creo que no descanso bien.

-Entonces creo que debo dejar las clases de la Academia para ayudarte más en el Ducado. -Sugirió el lord. -No es justo que trabajes tanto.

-Eso jamás. -Respondió la joven para después darle un beso. -Tú tienes que acabar tus estudios. -Hizo una pausa. -Si estoy tan cansada es porque últimamente se me ha acumulado demasiado trabajo. Pero en unos días lo tendré solucionado.

-¿Seguro?-Insistió Benedict.

-Que sí, cariño. -Contestó y le dio otro beso. -¿Tienes hoy clase en la Academia? -Preguntó para intentar cambiar de tema.

-Así es. -Dijo el Duque. -Estaré todo el día allí. Tengo que terminar varios cuadros para la exposición de la semana que viene. -Entonces miró a su esposa. -¿Y tú que vas a hacer hoy?

-Tengo una reunión ahora con el Señor Morris. -Empezó a explicar. -Luego iré a la Academia a dar la magistral y tu madre me ha invitado a tomar el té con ella y tus hermanas.

-Diana debes descansar -Habló Benedict algo serio. -No puedes tener tantos planes en un día. Así nunca te vas a recuperar.

-Tienes razón, pero no podía negarme. -Cedió la joven. -Te prometo que a partir de mañana intentaré organizarme de otro modo.

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Tras la reunión con el Señor Morris, Diana agarró su violín y se montó rápidamente al carruaje para llegar a tiempo a la Academia. Al llegar, la Duquesa fue directamente al aula donde la estaban esperando Thomas y varios alumnos, siendo una de ellos Francesca.

En las siguientes dos horas, la joven se dedicó a impartir la clase a los violinistas. No obstante, durante ese tiempo, Diana fue sintiendo un mayor cansancio y un mayor malestar que a veces le impedía poder estar atenta a las necesidades de sus alumnos. Al terminar la clase, todos los estudiantes empezaron a recoger. En un momento Thomas se acercó a su prima.

-¿Estás bien, Diana? -Preguntó el músico preocupado por lo que pudo ver durante la clase.

-Si, por supuesto. -Respondió la joven mintiendo claramente.

-¿Seguro? -Insistió Thomas. -Te he visto muy distraída en la clase.

-Bueno... yo... -Empezó a hablar la Duquesa.