—M-me estás lastimando—se quejó la castaña forcejeando en la entrada de su cuarto—¡Suéltame!—.
—Nuestra conversación no ha terminado, no irás a ningún
lado—sentenció la doctora tomando ahora la otra muñeca de la chica también.—¡¿Qué pasa contigo?!—alzó aún más la voz la joven—¡Dije que me voy
a la cama!—.—¡Deja de gritar, maldita sea!—gruñó la pelirubia.
—¡Entonces suéltame y vete de
aquí!—gritó con todas sus fuerzas.—¡Dios! tú voz es demasiado
aguda—dijo arrugando la cara por el fuerte sonido—¡Juro que si no te callas de una vez voy...—¡¿Qué?!, ¡¿vas a qué?!—la encaró la castaña—¡¿PIENSAS QUE PUEDES INTIMIDARME CON TUS ATERRADORAS TÁCTICAS?!—.
Ese último chillido fue el que colmó el vaso de la paciencia de Rosé. Soltó una de sus manos para rápidamente rodear su cintura y avanzar de tal manera que se llevó por delante a la menor, la cual terminó cayendo de espaldas en la cama que estaba detrás.
Sin darle tiempo a reaccionar, la cirujana se subió sobre ella y buscó sus labios furiosa para mitigar esos gritos que la sacaron de quicio. Su boca se apoderó de la de su contraria de una manera intensa mientras sus manos sujetaban las muñecas de esta para inmovilizarla, aunque la resistencia que estaba poniendo era casi imperceptible.
Jennie estaba en shock y a la vez aturdida, presa de esos labios que la estaban devorando sin piedad. Su respiración comenzó a entrecortarse, se le estaba dificultando respirar e inevitablemente jadeó en la boca de la pelirubia, quien aprovechó para usar su lengua en ese momento, recorriendo cada rincón de esa húmeda cavidad. Esto tomó aun más por sorpresa a la jóven, si es que eso era posible.
Por alguna razón Rosé no podía detenerse, era como si un frenesí se hubiese desatado en su interior, la suavidad de esos labios y el sabor de esa chica le resultaba embriagador. La sensación de aquel frágil y delicado cuerpo bajo ella, completamente a su merced era intoxicante para su perversa mente. Continuó hasta que a ella misma le faltó el aire y se vió obligada a separarse.
"Mierda".
Se levantó de golpe al darse cuenta de lo que había hecho y ver la expresión entre temerosa y agitada de Jennie que estaba completamente roja.
—L-lo siento—murmuró recobrando la compostura—Será mejor que te deje dormir, buenas noches—dijo saliendo de esa habitación tan rápido como pudo.
"¡¿Qué demonios acabo de hacer?!.. me está volviendo loca con sus juegos mentales".
Se encerró en su cuarto sentándose a la orilla de la cama llevándose las manos a la cabeza.
"No puedo permitirme perder el control de esa forma".
Suspiró dejándose caer sobre el colchón dispuesta a dormir costara lo que le costara. Logró conciliar el sueño con dificultad y a la mañana siguiente no dejaba de darle vueltas al asunto, al ducharse y vestirse para irse al hospital, todo lo que hacía era pensar en lo que había ocurrido.
"Realmente no debí haber hecho eso... apuesto a que ahora está molesta".
Miró en el espejo del baño el pequeño rasguño en la nariz que había dejado el impacto de aquel juguete y se sorprendió al ver aparecer la figura de la castaña por la puerta en el reflejo.
—Uh... yo, eh... Jennie—se giró y tartamudeó—Bu-buenos días—.
"Oh, oh... creo que sí está molesta".
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Pulse | Chaennie
FanfictionLa Dra. Roseanne Park es una renombrada cardióloga, aunque es joven se ha ganado la reputación de ser una de las mejores en su campo, sin embargo esa no es la única reputación que la precede, tiene la fama de ser fría y no atarse a ninguna relación...