Capítulo 37

254 19 0
                                    

Un profundo suspiro salió de los boca de la doctora cuando intentaba morder su sándwich, con la mirada perdida hacia el horizonte de la ciudad mientras el viento típico de la azotea golpeaba su rostro.

—¿Qué sucede?—preguntó la castaña ladeando la cabeza—Apenas haz tocado tú almuerzo, ¿sabe mal?, pensé que ese era el que te gustaba—hizo un puchero.

—No, no es eso—sonrió la
pelirubia—Está rico—.

—Te noto algo extraña—la miró con más atención—¿Pasó algo?—.

—Sí—suspiró
nuevamente—S-simplemente tengo muchas cosas en la mente en este momento—bajó la cabeza.

—Hey...—la menor posó sus palmas en las mejillas de la cirujana—Eres la mejor, sé que puedes superar cualquier cosa—Rosé levantó la vista y Jennie le sonrió—Si es por mi, no tienes que preocuparte por nada—juntó sus
frentes—Estoy aquí y estoy bien—.

—Ven aquí—abrió los brazos—Déjame abrazarte—.

La jóven se recostó en el cuerpo de la galeno dándole la espalda y esta la envolvió en sus brazos hundiendo su cara en esa castaña melena.

—Amo tanto tú sonrisa...
gracias—susurró la doctora y luego respiró profundamente—Hueles bien... uhm, Jenn...—.

—¿Si?—.

—¿Crees que sea muy tarde para encerrarnos en la habitación del personal?—ronroneó juguetona la pelirubia.

—¿Qué?—se separó riendo la
castaña—¡Sí lo es, ni se te
ocurra!—golpeó su hombro.

—Oh—hizo un puchero decepcionada la cardióloga.

—Mejor volvamos, ya es hora de mi cita con el Dr. Jimin—tiró de su mano en dirección a la puerta.

Ambas bajaron hasta el consultorio del colega de Rosé. Una vez allí el doctor hizo el exámen de rutina a la jóven mientras la cirujana esperaba afuera. Finalizadas la pruebas, Jimin indicó que era necesario hacer una resonancia magnética para poder estudiar más a detalle el estado del corazón de la chica. Explicó brevemente en que consistía el estudio que le iban a realizar, le pidió que cambiara su ropa por la bata del hospital y que esperara a que una de las enfermeras viniera a escoltarla hasta la sala de resonancias.

Cuando el rubio salió de la oficina y al no ver salir a la castaña, la pelirubia inmediatamente abordó a su colega, este le comentó que requería más análisis. Sabía que su compañera de trabajo estaba muy interesada en este caso en particular por lo que la invitó a hacer la evaluación de las imágenes con él, sin dudarlo Rosé aceptó. Se dió la orden al personal de preparar la sala y ambos médicos esperaron por la llegada de la paciente.

—Disculpe la demora señorita
Kim—dijo Yeji entrando al recinto donde esperaba la menor—Por aquí, sígame por favor—.

—Vale—asintió la chica poniéndose de pie.

Rosé pudo observar a través del vidrio polarizado como Jennie ingresaba en la sala, varios auxiliares la guiaron hasta el gran aparato en el centro de la habitación, la IRM. Hicieron que la chica se acostara en la fría camilla, una vez más le dieron una pequeña orientación exhortándola a permanecer lo más quieta posible para que las imágenes tomadas por la máquina fueran exitosas. Al estar todo preparado el exámen dió inicio con la camilla internándose dentro del enorme tubo metálico que terminó por cubrir por completo el cuerpo de la castaña. 

Poco a poco con el pasar de los minutos las imágenes fueron apareciendo una tras otra en la pantalla frente a los especialistas. Se dedicaron a mirarlas en silencio, prestado extrema atención a cada detalle de las mismas, examinándolas a fondo, revisando los registros de la historia clínica y haciendo comparaciones. La doctora tensó la mandíbula. 

Pulse | ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora