Capítulo 3

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"A menudo escuchamos la frase: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Pues es cierto... tendemos a dar las cosas por sentado, y sólo vemos realmente cuanto nos importa algo cuando estamos a punto de perderlo".

—Srta. Jennie, el doctor la verá ahora, por favor diríjase a su consultorio—le dijo la enfermera Yeji a la joven paciente pelinegra que se encontraba sentada en una de las múltiples salas de espera del hospital.

—Muy bien, gracias—respondió esta poniéndose de pie.

Tarareando animada la chica emprendió su camino por el corredor hasta que algo llamó su atención, apoyada en el balcón a un lado del pasillo yace una mujer alta con larga melena color rubio, su porte es elegante y la bata blanca deja saber su profesión. Juguetea distraída con un vaso de café mirando a la nada.

Dándole una mirada más detalla Jennie sabe que ya la ha visto antes, el día anterior para ser más exactos, cuando informaba del fallecimiento de un paciente a sus familiares. Algo en ella le irritaba por alguna razón. 

Siguió de largo tratando de ignorarla pero una fuerza superior la hizo girarse y volver sobre sus pasos deteniéndose a espaldas de la galeno.

—Más allá de tu responsabilidad como doctora, no sientes absolutamente nada de empatía con los familiares de tus pacientes, ¿verdad?—soltó de la nada la pelinegra.

Ese abordaje tan brusco e inesperado tomó a la pelirubia completamente por sorpresa, quien volvió su cabeza siguiendo la voz.

—¿Ah?—atinó a responder aún confundida.

—Lo que oíste—insistió la paciente con una sonrisa.

—Eh, ¿disculpa?... ¿nos conocemos?—se puso de frente a la chica.

—Oh no para nada—dijo risueña—Da la casualidad que te vi ayer y he estado esperando para pregúntarte algo...—.

Entrecerrando sus ojos Jennie se acerca al gafete en la bata de la doctora para leerlo, cosa que provoca que la misma de un paso atrás chocando con el barandal. 

—Espero no estarla molestando demasiado doctora... Park—levanta la cara finalmente con una sonrisa—Jaja lo siento, soy corta de vista y olvidé mis lentes—.

"Uhm... Pero que personaje tan peculiar".

Piensa Rosé analizando a la muchacha de arriba a bajo.

—Disculpa, ¿qué era lo que me dijiste hace un momento?—ladeó la cabeza la cirujana—No estaba prestando
atención—.

—Mi nombre es Jennie, por cierto—se presentó—Y lo que pregunté es...

*Beep Beep Beep* 

El sonido del localizador de la doctora interrumpe la conversación.

—Oh, por favor discúlpame, tengo que atender un caso urgente—se fue sin más con paso apresurado.

—V-vale, adiós—resopló la
pelicastaña—Debí ver venir eso, estos doctores son todos iguales—murmuró para sí misma retomando su rumbo.

En poco tiempo la doctora Park llega a la sala de Rayos-X para revisar la placa de su nuevo paciente junto a una de las enfermeras. 

—Uhm... parece que aún no ha avanzado tanto—reflexiona tras estudiar detenidamente la
imagen—Tenemos suerte de haberlo detectado a tiempo pero, la mejor forma de acabar con esto es operando—.

Firma un par de documentos y se los entrega a su auxiliar.

—Ten, esta es la orden de cirugía—le extiende los papeles—Yo iré a informar al paciente y a sus familiares, luego prepararemos la sala de operaciones—.

—Sí doctora—asiente la chica y sale de la habitación.

Al tiempo que la enfermera abre la puerta otro doctor entra al lugar, resulta ser un colega de la cardióloga, otra de las jóvenes promesas del hospital, el Dr. Jimin quien junto a Rosé es de los más experimentados cirujanos a pesar de su corta edad.

—Oh, Doctora Rosé—se sorprende al verla—¿Tu turno aún no acaba?—.

—Me temo que no—esbozó una sonrisa resignada.

—Supongo que es uno de esos días...—el rubio correspondió la sonrisa antes de proceder a sacar unas radiografías y ponerlas en el negatoscopio.

Tan pronto la imagen se iluminó la cardióloga no pudo evitar examinarla con fascinación.

—Tienes un caso bastante interesante en tus manos..—musitó la pelirubia entrecerrando los ojo.

—Ah.. si, acaba de transferirse—Jimin señala el reporte en sus manos—Aunque es una paciente bastante joven—.

—Debo asumir entonces que tiene esto desde que nació—el interés de Rosé se acrecentaba.  

—Así es, pero aparentemente se ha estado cuidando muy bien a si misma—.

—¿Sería demasiado si pido ver la historia?—era algo completamente fuera de sus atribuciones pero no todos los días se presentaba un caso así, la curiosidad era insoportable.

—¡Oh!.. ¡para nada!—exclamó su colega gratamente sorprendido—En realidad una segunda opinión sería genial viniendo de ti, ten—.

Lo primero que llama la atención de la cirujana son los datos de la paciente.

"¡¿Hm?! ¿Es... La chica del pasillo?, su cabello es castaño en esta fotografía pero definitivamente es ella".

—Luce... sorprendentemente saludable para alguien con este tipo de
condición—murmura la doctora para si misma.

—Sí, a mi también me resulta difícil de creer que sufre una enfermedad de corazón—comenta acercándole el resto de los documentos—Es una lástima, alguien tan joven debería ser capaz de disfrutar la vida al máximo, pero parece que ella pasará el resto de su vida entrando y saliendo de hospitales.

—Aunque, puede que tenga una oportunidad de tener una vida normal si se somete a un trasplante de
corazón—Rosé cierra la carpeta y la devuelve a su compañero.

—Su nombre ya está en la lista de espera, pero no se le considera un caso de urgencia, además encontrar un donador compatible puede ser complicado—.

—Sí, tienes razón—.

"Increíble... su personalidad es tan alegre y enérgica. ¿Esa es la actitud y el porte... de alguien que sabe perfectamente, que está arrastrándose cada vez más cerca... a su muerte?".

 a su muerte?"

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