Capítulo 50

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—Bajo la autoridad que tengo, TE ORDENO—bramó seria y con mirada fulminante la pelinegra—Que abandones esta sala de inmediato—.

—¡Maldita sea, Lisa!—gruñó Rosé entre dientes.

Silencio sepulcral invadió la habitación, sólo cortado por los sonidos inorgánicos del electrocardiograma y el respirador. Un intenso duelo de miradas entre ambas se estaba disputando, mientras los demás presentes permanecían expectantes, al parecer ninguna de las dos tenía la intención de dar su brazo a torcer.

—Uhm... D-doctora Park—Jimin se atrevió a intervenir casi
susurrando—Necesitamos continuar, esto no le hará ningún bien a la paciente, obedece por favor... tómalo como una petición mía—.

De mala gana, la pelirubia dejó el bisturí de vuelta en la mesa alejándose.

—Te confío el resto de la operación, Jimin—retiró sus guantes lanzándolos a la basura.

Caminó hacia la puerta sin siquiera mirar a la pelinegra, se sacó la mascarilla y al pasar por el lado de esta le dió con el hombro.

—Espero que estés
satisfecha—murmuró sin mirar atrás la cirujana.

Una inmensa frustración invadió a Rosé, pero estaba plenamente consciente de que algo así podría pasar. Es parte del código ético de los médicos el no tener una relación directa con sus pacientes, en pocas palabras, ella sabía que participar en la intervención de Jennie iba más allá de la legalidad. Por más rabia que le diera, y a pesar del tinte personal que pudiera tener el asunto, la realidad es que Lisa sólo estaba haciendo su trabajo al no consentir tal violación a las normas. 

Resignada, la doctora se unió a Taehyung en la sala de espera. El castaño se extrañó al verla aparecer allí, pero debido a su cara de pocos amigos prefirió no cuestionarla. Un par de horas pasaron hasta que la puerta de la zona quirúrgica se abrió.

—Hemos terminado—sonrió Jimin satisfecho.

—¡¿Cómo está mi hermana
doctor?!—saltó Taehyung de su asiento corriendo al encuentro del rubio seguido por la pelirubia.

—Está perfectamente bien, no necesitas preocuparte—aseguró el doctor—La operación transcurrió sin ningún problema. Las enfermeras la están llevando a la habitación para monitorearla en su recuperación—.

—Gracias Jimin, realmente te debo
una—se inclinó en una reverencia su colega.

—Para nada—negó con la mano el
rubio—Todo lo que hice fué terminar lo que tú empezaste—.

—Dra. Park—interrumpió Miyeon—La directora Manoban solicita que vaya a su oficina por favor—.

La petición no tomó por sorpresa a la cardióloga, se limitó a hacer un pequeño gesto afirmativo. Escoltada por la secretaria, la pelirubia acudió a la citación de su superior.

—Señora Manoban—abrió la puerta Miyeon, no sin antes tocar—Aquí está la Dra. Park—.

—Gracias, puedes retirarte—ordenó la pelinegra a la chica.

Tan pronto como la secretaria cerró la puerta dejándolas solas, la tensión se volvió palpable.

—Supongo que no necesito explicar el porque estás aquí...—se cruzó de brazos seria la directora—Tus acciones de hoy se están balanceando peligrosamente en la delgada línea entre el reglamento y mi paciencia, Roseanne... haz lo que quieras cuidando de ella como amante, pero NUNCA debes hacerlo como su doctora y lo sabes—miró fijamente a la pelirubia que permanecía en silencio—Puedo hacer que el comité examine tus acciones minuciosamente, o incluso disciplinarte con suspensión—amenazó y la cirujana ni se inmutó—No tenías autorización de encargarte de esa cirugía, y diste de baja a tus pacientes sin notificarme... ¿no crees que estás yendo demasiado lejos? te podrían revocar tu licencia debido a esto por el amor de dios—.

—¿Y...?—levantó una ceja como si aquello no pudiera impórtale
menos—¿Cuál es tú punto?—.

—¡¿Haz perdido la maldita
cabeza?!—Lisa golpeó la mesa con sus palmas y se puso de pie—¡¿Realmente estás lista para tirar por la borda todo lo que haz construido, tú carrera, sólo por una estúpida niña?!—.

—Sí—contestó la doctora sin siquiera tener que pensarlo—¿Sabes por qué? porque para mi, el valor de su vida fácilmente supera el de la mía y por mucho... de hecho, si pudiera ser su donante, lo haría con gusto y sin
dudarlo—.

La directora se quedó sin habla, sentía su sangre hervir. Apretó los dientes incapaz de articular algo en respuesta.

—Si seré disciplinada que así sea, sino, me retiraré ahora—sentenció la pelirubia encaminándose a la salida.

Al no recibir respuesta alguna de su contraria, la cirujana procedió a abandonar la oficina. Lisa no se lo podía creer, sulfuraba odio y frustración con los puños tensos, tenía ganas de destrozar todo a su alrededor.

"¡¿Por qué?! ¿por qué, Roseanne?... ¿cómo puedes entregarle todo tu ser de esa forma?".

Golpeó la mesa con fuerza.

"Eso era todo lo que yo te pedía... ¿por qué no pudiste hacerlo por mí?".

[...]

Había pasado un par de horas desde que Jennie salió de la operación, Rosé la vigiló atentamente desde que le permitieron entrar a su cuarto. Esperaba ansiosa a que la castaña despertara por fin. Los minutos se hacían eternos, rebotaba el pie una y otra vez contra el suelo impaciente mientras tomaba su mano sentada a su lado.

—Oh, Doctora, ¿sigue aquí?—preguntó Yeji sorprendida de que la galeno no se hubiese movido de esa silla por tanto tiempo—Tal vez debería descansar un poco, Yuna y yo estaremos monitoreando a la paciente en intervalos, no se preocupe—.

—No, está bien—sacudió la
cabeza—Quiero estar aquí cuando despierte—.

—E-entiendo...—la enfermera se quedó un tanto preocupada.

Un pequeño movimiento entre sus dedos seguido por unos tenues quejidos sobresaltaron a la cirujana.

—Allí está mi chica...—sonrió feliz de que la menor empezara salir de la anestesia—¡Enfermera!—llamó inmediatamente a Yeji que acababa de salir.

—¿Si?—se asomó esta por la puerta.

—La paciente está recuperando la consciencia, podría buscar al Dr. Jimin ¿por favor?—indicó.

—Sí doctora—asintió la auxiliar desapareciendo de la vista al instante.

Jennie trataba de incorporarse pero se sentía aún sin fuerzas, además que el punzante dolor casi no le permitía moverse.

—Despacio cariño, no te fuerces—Rosé intentó reconfortarla haciéndole saber que estaba allí a su lado—El doctor ya viene a ver como te encuentras—.

—R-rosé—apretó la mano de la doctora sollozando con gesto de gran sufrimiento—D-duele...—. 

—Oh, Nini...—la pelirubia no soportaba verla así, sólo pudo besar su frente y se quedó así—Todo estará bien...—.

"Ver esa expresión de dolor en su frágil y delicado rostro... me está destrozando el corazón...".

—Nini... te lo prometo, vas a superar esto—Rosé no pudo contener más sus lágrimas—Ambas lo haremos, juntas... te lo prometo—.

"Si pudiera tomar tú lugar y hacer mío ese dolor para que tú no tengas que sufrir, lo haría... si tan sólo existiera una forma...".

"

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