Capítulo 60

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Jisoo llevó a Rosé a arrastras al hospital para que revisaran la herida de su mano y en el camino exigió una explicación del porqué de su estado y que le contara todo lo que había pasado. Afortunadamente, a pesar de que algunos de los cortes eran algo profundos, no era nada de gravedad y solo debía esperar que cicatrizaran. Posterior a eso fueron a la comisaría para hacer una denuncia formal a Lisa y luego la peliroja dejó a su amiga es su departamento para que descansara.

A la mañana siguiente se sentía como si un pequeño remanso de calma finalmente volvió a la vida de la cirujana tras esos días tan tormentosos que le había tocado vivir. Era medio día y se encontraba en su cafetería favorita disfrutando de una taza de café.

—Hola, ¿esperaste demasiado?—la abordó Jisoo al llegar.

—Siéntate—ordenó retirando sus gafas la cirujana—Y pide algo si quieres—.

Haciendo una seña a la camarera, la peliroja tomó asiento.

—Buenos días—dijo la mesera—¿Va a ordenar?—.

—Sí, tráeme un café latte por
favor—indicó la oficial.

—Enseguida—asintió la chica retirándose.

—Así que por fin tienes tiempo para ver a tú amiga ¿huh?—Jisoo miró a la pelirubia levantando una ceja y cruzándose de brazos.

—Sí—confirmó seria la doctora—No hay mucho que pueda hacer hasta que mi mano se recupere—.

—Adivina a quien me tocó procesar antes de venir aquí...—comentó casual mientras recibía su taza de la mesera.

—¿Tan rápido procedió la
denuncia?—preguntó sorprendida.

—No me subestimes, Park—chasqueó la lengua guiñando el ojo la peliroja—La verdad lo que ayudó fue el testimonio de la Dra. Song, al ser dos testigos la acusación toma más fuerza—dió un sorbo a su bebida—Es una lástima, esa ex tuya es bastante bonita—rebotó las cejas—Si tan sólo no fuera una psicótica criminal corrupta, habría pensado en coquetearle—.

Rosé arqueó las cejas, su amiga no cambiaba nunca.

—Te la regalo—rodó los ojos la
cirujana—Puede que le haga falta ir al reformatorio Kim Jisoo y ser ella la esposada por una vez—soltó con ironía y ambas rieron.

—Ya, hablando en serio—retomó la compostura la oficial—La prensa se está divirtiendo con este escándalo, y tú denuncia ha dado pie a que se revise todo lo que ha estado haciendo tras bastidores en años anteriores, cualquier sospecha de actividad ilegal será meticulosamente investigada—.

—Entiendo—.

—Aunque es probable que pague una fianza y ya, después de todo tiene
dinero—resopló la mayor—Pero aún deben ir al tribunal y no le haré la vida sencilla, créeme—.

—Lo único que me importa y me tiene más tranquila es que dimitiera a su puesto en el hospital, por lo menos tuvo algo de dignidad para dar un paso al costado después que salió a la luz
todo—suspiró aliviada la cardióloga.

—Sí...—coincidió la peliroja—Pero volviendo a ti, ¿qué pasa contigo y tú falta de autocontrol? ¿cuándo vas a aprender a actuar como una adulta? tienes suerte que tus heridas fueran superficiales—la regañó.

—¿Qué quieres que te diga?—se encogió de hombros—Supongo que perdí los estribos... pero tranquila, nunca dejaría que algo le pasara a estas
manos—aseguró—Aún tengo una promesa que cumplir—.

—¿Y qué hay de tu chica?—.

—¿A qué te refieres con "qué hay"?. Sigue siendo mi chica pase lo que
pase—sonrió soberbia la pelirubia.

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