Capítulo 22

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—Ya es casi media noche—miró la doctora en su reloj—Mañana tengo que trabajar, será mejor que me vaya a la cama—murmuró mientras terminaba de secar su cabello con la toalla—Oye Jenn, ¿no has tomado tus pastillas verdad?, asegúrate de venir a tomarlas cuando salgas de la ducha, te las voy a
preparar—.

—Vale—respondió la castaña desde el baño.

La doctora rebuscó en el estuche donde la chica guardaba sus medicamentos.

"Wow, son demasiados...".

Le asombró la gran cantidad de frascos en el interior del bolso. Procedió a seleccionar los necesarios para apartar los demás.

"Sólo quedan dos pastillas de este".

—Jenn ¿por qué no me dijiste que te estabas quedando sin
medicinas?—cuestionó la cirujana—Es peligroso que te olvides de estas
cosas—.

—Uhhh, si que puedes sonar severa cuando quieres—bromeó la jóven entrando a la sala—Iba a decírtelo... pero me emocioné tanto con la salida que se me olvidó—se acercó con el cabello aún mojado cayendo por sus hombros y una toalla sobre este.

—¿Qué tal si se te acaban y justo tienes un ataque?—se cruzó de
brazos—¿Quieres volver al
hospital?—.

—Lo siento—hizo puchero y ojitos de cachorro.

—¿Y por qué sigue chorreando tú cabello?—tomó la toalla y frotó delicadamente la castaña cabellera eliminado el exceso de humedad—Sabes que tengo secadora, te puedes resfriar... el trabajo de un doctor nunca termina cuando se trata de ti—.

Continuó secando el pelo de la chica y una que otra gota que había caído en sus hombros. Mientras la menor la observaba con fascinación. 

—¿Por qué sonríes?—preguntó la pelirubia alzando una ceja y alejándose con el paño.

—Considerando lo fría que sueles comportarte conmigo... no pensé que terminaríamos teniendo un pequeño momento como este—sonrió.

—No te pases de lista conmigo,
mocosa—le lanzó la toalla al rostro—Tú hermano me mataría si dejo que te pase algo, sólo estoy evitando que te metas en problemas—.

—No te pongas a la defensiva doc—rió coqueta—De hecho, si lo que quieres es trabajar a fondo...—se acercó insinuante haciendo a la cirujana retroceder hasta chocar con la pared—Podrías simplemente hacerme un chequeo general—ronroneó muy cerca de sus labios.

"Mierda... no me digas que estoy siendo acorralada... por este pequeño corderito".

Tomando por la cintura a la jóven, la doctora le miró con esos intensos ojos marrones. La chica estaba levente sonrojada.

"Siempre soy plenamente consciente de mis propios deseos, y sé exactamente cuanto deseo el cuerpo de la persona que está frente a mi... esto podría ser un juego para ella, una trampa para arruinar mi mente y poder ganar esta estúpida apuesta y yo nunca lo notaría".

Acortó lentamente la distancia que las separaba hasta juntar sus frentes.

"O es que ella... ¿desea lo mismo de mi?".

Una mano ascendió por la espalda de la castaña y la otra se posó en su muslo.

"Estoy a punto de mandar al carajo todo este juego, pero... ¿estás segura Rosé?".

Se mordió los labios inhalando la cálida respiración de Jennie.

"Perderás el control una vez que la bola comience a rodar... tú estado sigue siendo muy muy frágil...".

Pulse | ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora