Capítulo 27

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"Si existe una forma realmente efectiva para conocer el verdadero yo de alguien, para descubrir lo que todos ocultamos... esa forma sería afectar los sentidos de contemplación y razonamiento mediante la intoxicación. No por nada al alcohol le llaman el suero de la verdad".

Las risas de una animada mujer hacen eco por toda la habitación del hotel. Sin darle tregua, la cirujana rellena su vaso una y otra vez con espumante vino tan pronto como se lo acaba.

—Así que... señorita Minatozaki—la doctora fingió tomar de su bebida—¿Qué me cuentas de tú prometido?—.

—Pffff—se carcajeó sonoramente la castaña—¿Quién? ¿Yoongi? jajaja, no es mejor que cualquier otro matón callejero—se terminó el vaso de un solo golpe—Si no fuera porque tiene la fama de su padre como red de seguridad, sería un don nadie...—Rosé asentía atenta volviéndole a servir vino—Sólo gasta el tiempo en chicas y tuneando sus autos, es un idiota sin cerebro—.

—¿Sus?—levantó una ceja la pelirubia con suspicacia—¿Tiene
muchos?—preguntó de forma casual.

—Uff sí—exclamó Sana—son tantos que tiene su propio garaje privado para guardarlos, me llevó una vez, está como a dos horas de aquí al norte de
la ciudad—.

—Uhm...—se recostó la doctora en su esquina del sofá—¿Y no te preocupa que le moleste que estés conmigo?—.

—Jaja, nah...—volvió a tomar—No soy como las otras mujeres tontas que él tiene, mientras sepa sus movimiento no tengo nada de que
preocuparme—afirmó—Sé perfectamente que está con una de sus chicas en la discoteca Dynamite, dudo que esté pendiente de mi justo ahora. Además eres una mujer... aún si se enterara no sospechará nada—.

—Es un argumento válido supongo—le sirvió el restante de la botella a la castaña.

Sana ingirió hasta la última gota de el frío líquido para luego dejar el vaso a un lado en la mesa. Sus mejillas estaban completamente rojas fruto de los efectos del alcohol que ya estaba haciendo estragos en su sistema desde hacía un buen rato.

—Como sea, suficiente de hablar de ese tonto—dijo mientras se empezaba a acercar a la doctora—¿Sabes? nunca he estado con una chica... me pregunto ¿cómo será?—se mordió el labio—¿Qué te parece si dejamos que la noche realmente empiece?—susurró cerrando los ojos y buscando los labios de la pelirubia.

Rosé ni se inmutó, vió como se cada vez el rosto de la chica estaba más próximo al suyo, cuando escasos centímetros las separaban, la castaña cayó desmayada en las piernas de la cirujana. 

—Eso fue fácil—alzó una ceja mirando a la chica inconsciente dormir.

Con cuidado de no hacerle daño, se apartó. La acomodó en el sofá, retiró sus zapatos y la cubrió con una sábana. De inmediato tomó su celular y salió de la habitación para hacer una llamada.

—Dime Rosé—contestaron al otro lado de la línea.

—Jisoo, el tipo tiene un garaje a en el norte, a unas dos horas. El auto que usó todavía puede estar allí en algún
lugar—.

—Ya lo sé. Estoy a punto de llevar a un equipo para allá en este momento... pero Rosé, por favor, por tú bien y el mío... ¡vete a casa de una vez!, déjale esto a la policía—.

—Uhm... y yo que pensaba darte información del paradero actual del sospechoso—.

—Vamos Rosé, esto no lo vale. No sabes de que pueda ser capaz ese tipo—.

—Avísame si encuentran el vehículo, tengo que irme—.

—¡Espera Rosé! ¡no te atrevas a colgarm- 

Haciendo caso omiso de las advertencias de su amiga, la cirujana fijó nuevo curso. ¿Su destino? la Dynamite, discoteca que comenzó a ponerse muy de moda en los últimos meses, escuchó de ella antes pero nunca había ido. El lugar fue bastante sencillo de ubicar debido a su popularidad. Al entrar notó la gran cantidad de personas que había y eso le preocupó pues dificultaría su misión, pero siguió adelante con el plan. Pidió un trago en la barra para pasar desapercibido como cualquier otro cliente.

"¿Donde estás?".

Afinó la vista cual halcón cazando a su presa, nada en la barra, siguió buscando, no estaba en la pista de baile, continuó con el sondeo, las mesas, sin éxito. Sólo quedaba una opción, claro, como no imaginarlo, la sección VIP. 

"Te encontré, desgraciado...".

Efectivamente, en una de las áreas exclusivas se hallaba el hombre de cabello oscuro y traje. Como ya venía siendo habitual, era acompañado de una bella chica, esta vez rubia. Rosé tenía una idea de lo que pensaba intentar, pero no estaba segura de si funcionaría. Dio marcha al plan entonces, pasó caminando de formal casual muy cerca de donde se encontraba el sujeto con su compañera. De manera poco disimulada la doctora volteó a mirar al tipo asegurándose de que este lo notara, cuando cruzaron miradas la pelirubia sonrió de lado y siguió de largo hasta la salida trasera del local.

Salió por la puerta que daba al estacionamiento, donde había aparcado su motocicleta. Miró a su alrededor y confirmó que había cámaras de seguridad, para su alivio pues la cochera estaba completamente sola. No pasaron ni tres minutos cuando la puerta rechinó al abrirse.

—Hola hermosa—dijo Yoongi con tono chulesco—Te ví hacerme ojitos allá atrás... ¿qué pasa? ¿te sientes solita esta noche?—.

—Controla tu ego galán...—se burló la cirujana—¿Crees que todas las mujeres simplemente se te lanzarán encima?—.

—¿Ah?—la miró descolocado.

—Piensa un poco—rodó los ojos—Puede que esos "ojitos" fueran para tú
amiguita—.

—Ja...—bufó con mueca de
asco—Entonces eres una
comecoños...—rió—Las mujeres como tú no son más que un desperdicio de un lindo cuerpo. Debería enseñarles a las de tú tipo una lección un día de
estos...—.

—¿Igual que lo hiciste con Wendy?—lo encaró.

—Jajaja ¿la conoces?—respondió con descaro—No me digas que también era tú perra... xomo sea, ella se lo buscó. No debió dejarme antes de que yo pudiera botarla como la basura que es—.

"Maldito".

—Y encima quiso humillarme diciendo que estaba con alguien más... maldita perra—gruñó—Pero ya le dí una larga y dura lección de amor—sonrió de forma macabra—Antes de enviarla al infierno, por supuesto—.

Rosé hizo su mayor esfuerzo por mantener la compostura, apretando los puños de ira pero sin dejar que se notara.

—No creo que hayas venido hasta acá solo para verme la cara, ¿o si,
lindura?—levantó una ceja con sarcasmo—¿Qué dices? ¿tú también quieres que te de una probadita de mi amor?—.

Yoongi se quitó el saco dejándolo sobre uno de los coches y seguidamente se sacó del bolsillo trasero del pantalón un paralizador eléctrico.

"¡Mierda!".

—Así bebé...—sonrió con malicia el castaño—Ven, no seas tímida...

—sonrió con malicia el castaño—Ven, no seas tímida

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