Capítulo 44

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"Arrástrate por mi... yo, hambrienta de poder, de gobernar sobre tú magnífico cuerpo... tú, con ese comportamiento altanero, nunca inclinándote ante nadie, lasciva, siempre queriendo más, con sólo lujuria primitiva en tus ojos... eres todo lo que deseo, Rosé...".

Molestos e incesantes sonidos provenientes de su celular, sacan a Lisa del profundo sueño en el que se encontraba. Se incorpora para tomarlo y rueda los ojos tan pronto ve el nombre en la pantalla.

—Dime Kai...—resopló saliendo de la cama—Sí, acabo de levantarme, en un momento me arreglo para ir
al trabajo—.

Yuqi se despierta por el ruido, ve a la directora salir de la habitación con teléfono en mano. Escuchó perfectamente cuando su jefa dijo el nombre de su esposo, así que curiosa, o más bien por molestar, la sigue a la cocina.

—Vale, mandaré a alguien para que te recoja en el aeropuerto—continuó la conversación normalmente a pesar de la presencia de la castaña—No seas quisquilloso, sabes que estoy ocupada con el hospital—bufó mientras encendía la cafetera—podemos cenar juntos si con eso dejas te calmas... bien, adiós—.

—Wow, apenas sale el sol y ya tú esposito te está acosando...—se mofó la subordinada y Lisa la miró de reojo en respuesta—Parece que se acabó la diversión... que mal—hizo un falso puchero—Aunque no parece que te importe en lo más mínimo—.

—Kai no representa ninguna amenaza para mi estilo de vida—aseguró con total desinterés—Simplemente tengo que lucir un poco más como una dama cuando él está cerca... ahora, me iré a duchar. Propongo mantener nuestro encuentro con discreción, así que vayamos cada quien por su lado al hospital—explicó encaminándose al baño—Bonita retaguardia por cierto, asegúrate de cubrir las marcas... si puedes—sonrió cínica.

—¡¿Qué?!—Yuqi corrió a buscar el espejo más cercano para mirarse.

"¡Esa sádica pedazo de...! ¡¿cómo mierda se supone que voy a cubrir esto?!".

[...]

"Hoy hice un excelente tiempo".

Rosé miró su reloj cuando estuvo en la entrada de su edificio tras terminar sus ejercicios matutinos y seguidamente subió al departamento.

—Ya volví—avisó al entrar.

Estaba muriendo de sed por lo que fue directo a la nevera para servirse un vaso de jugo.

—Oye Jenn, ¿ya te bañaste?—preguntó tomando la bebida—Hoy entro a medio día, ¿quieres que vayamos a comer
algo?—.

Avanzó por el pasillo pero algo en el piso llamó su atención, un pequeño objeto blanco. Se agachó y rápidamente identificó lo que era.

—Hey, no andes tirando tus medicinas por toda la casa—refunfuñó recogiendo las pastillas—Estas cosas no son baratas ¿sabes?—.

Levantó un poco la mirada y se alarmó al ver aún más pastillas esparcidas por el piso. Sin prensarlo corrió siguiendo el rastro de estas.

—¡¿Jennie?!—el corazón se le detuvo al ver a la castaña tirada desnuda en el piso del baño agarrándose el
pecho—¡Jenn! ¡¿puedes oírme?!—la tomó en brazos dándole palmaditas en las mejilla.

No hubo respuesta ni reacción alguna. La doctora procedió a tomarle el pulso al tiempo que auscultaba su pecho con el oído. 

—¡Mierda!—exclamó
cargándola—¡Vamos, resiste!—.

Dejó a la jóven sobre la cama para llamar al hospital.

—Es Park, me encuentro en mi domicilio con una paciente en estado crítico, ¡necesito una ambulancia en este instante!—.

No pasaron ni cinco minutos cuando ya los paramédicos estaban tocando a la puerta. Aseguraron a la chica a la camilla y bajaron nuevamente para irse. Tan pronto estuvieron dentro del vehículo conectaron a la castaña a los monitores cardíacos y le colocaron oxígeno.

—Su pulso es muy débil—dijo uno de ellos mirando el monitor.

—¡Va a tener un paro cardíaco!—espetó el otro.

—¡Hazte a un lado!—lo apartó la cirujana—¡Comencemos RCP
ahora!—ordenó dando inicio a la maniobra.

—Sus signos vitales siguen bajando doctora—informó el paramédico.

—¡Vamos Jennie deja de tontear!—gruñó tratando de hacer la reanimación—¡No dejaré que te mueras!—.

En ese momento arribaron al hospital. 

—¡Abran paso!—gritó el camillero ingresando por la puerta de urgencias.

—¡Enfermera busque al Dr. Jimin de cardiología y tráigalo aquí de
inmediato!—indicó la pelirubia a Ryujin.

—¡Sí doctora!—.

Todos se enfocaron en estabilizar a la jóven. Cuando Jimin llegó se unió a su colega y entre ambos lograron restablecer los signos vitales de Jennie. Rosé respiró aliviada cuando vió que la menor poco a poco recuperaba los parámetros normales en sus latidos. Unas horas después se encontraba lo suficientemente estable como para ser trasladada a un cuarto de hospitalización para que se recuperara. En todo momento la galeno estuvo a su lado, sentada impaciente deseando ver de nuevo sus ojos.

—Jenn...—susurró tomando su
mano—Vuelve conmigo...—.

—¡Nini!—se abrió la puerta de
repente—¡Doctora! ¡¿cómo está mi hermana?!—.

Desesperado el castaño se acercó a la cama seguido por una pareja mayor, la pelirubia los reconoció como los tutores de Jennie, sus tíos. 

—Taehyung, por fin llegaron—se levantó la cirujana—Tú hermana tuvo un infarto—.

—Mi pobre niña—dijo alarmada la señora.

—Tranquilos, nos las arreglamos para superar la peor parte, pero aún no ha recobrado la conciencia—explicó la cardióloga.

Los familiares de la jóven rodearon su cama con semblantes de preocupación.

—S-si me disculpan tengo que irme ahora—avisó la galeno—Llamaré al Dr. Jimin si necesitan algo—.

Cerró la puerta retirándose del lugar. Había un par de cosas que necesitaba hacer entes de comenzar su guardia, conseguir algo de ropa para Jennie y cambiar su propia vestimenta sudorosa, por lo que se puso en marcha para volver cuanto antes.

—Sí, gracias por todo—una voz femenina familiar hizo que la cirujana volviera la vista con curiosidad—Oh, doctora, cuanto tiempo sin verla—sonrió la chica.

—¿Wendy?...

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