Las profecías se cumplen

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Percy no había asimilado del todo lo que había delante de él en el talón del autómata gigante. Lo que parecía ser una puerta estaba ahí, delante de él.

En un primer momento no lo entendió, todo lo que pensó en ese momento era que la placa que cubría el talón estaba suelta, per luego pensó. Hefesto podría haberlo creado como una especie de  robot que él mimo pudiese manejar con un tamaño humano normal y corriente. Gracias a eso se dio cuenta de lo que era realmente e intentó comunicárselo como un loco al resto de sus compañeros.

Este tardó unos cuantos minutos para poder decírselo al resto por el hecho de que estaban separados pero una vez llegó a comunicar al resto lo que había visto estos se reagruparon y se escondieron para esconderse del robot gigantes errático.

- Entonces, ¿crees que podríamos meternos ahí dentro y obligarlo a parar? - Dijo Rin intentando asimilar la idea.

- Es posible. - Dijo Zöe. - Hefesto siempre ha sido alguien difícil de prever, con decir que ató a su madre con un trono con una trampa en el es suficiente para que yo me crea que eso se puede pilotar.

- ¿Entonces quién va? - Dijo Grover mirando al robot. - Antes de nada, yo no puedo ir, las fabricaciones de lo hijos de Hefesto son muy complicada para mi, imagina lo que haría el padre.

- Yo tampoco. - Dijo Rin muy seria. - Al ser una magus he rechazado por completo los componentes eléctricos más sofisticados que un teléfono, por lo que algo tan complicado es imposible que yo pueda llegar a manejarlo.

- Por lo menos sabes lo que es una nevera o usar un horno, ¿verdad? - Preguntó Percy ganando una mirada de asco por parte de la representante de los Tohsaka.

- Yo podría ir. - Dijo Thalia. - Solo tendría que orientarme ahí dentro e intentar apagarlo.

- Yo pensaría un poco más en lo que estas diciendo. - Dijo Zöe. - No sabemos como es por dentro, además de que si de verdad te puedes meter dentro tampoco sabemos si tiene trampas en el o no.

- Aún así tendríamos que arriesgarnos, no tenemos otra opción. - Dijo Percy. - Mientras esa cosa siga moviéndose no nos dejará irnos de aquí.

- Dejadme a mi. - Dijo Bianca mientras llamaba la atención de todos en el grupo. - Es mi culpa, por lo que yo iré, me meteré dentro e intentaré parar a esa cosa, es lo mínimo que puedo hacer.

Zöe quiso detenerla, pero algo en los ojos de la chica le dijo que dejara hacerlo. Tragando saliva dejó a la nueva cazadora hacerlo. Para que Bianca pudiese llegar sin que le pasara algo todos llamaron la atención del coloso y comenzaron a atacarlo para que este solo se centrara en ellos dejando vía libre a Bianca.

En tan solo unos pocos segundos Bianca logró localizar lo que había dicho Percy, una forma de puerta en el lugar en el que debería estar el talón. Ella corrió todo lo que pudo y entró dentro.

Lo primero que vio fue algo parecido a un ascensor el cual tomó y comenzó a ascender. Mientras subía el ascensor ella vio como este ascendía según un mapa que había en la propia cabina.

En el mapa ponía un pequeño recuento de lo que había en el cuerpo. Las piernas eran entradas, en la altura del pecho estaba la zona de armamento, los brazos también había armamento, pero al parecer también tenía los almacenes de municiones que tenían las armas del pecho y brazos; y en la cabeza estaba la sala de mandos, que era la última parada.

Una vez llegó a la zona de mando vio una gran consola con un montón de mandos, botones y pantallas que indicaban el mal funcionamiento que estaba teniendo el robot gigante. En sus pantallas había carteles de alerta por mal funcionamiento y de daños en la superficie del pecho y en zonas internas por rotura del armazón.

Fate: Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora