El despertar de la princesa y una vista al pasado

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Todo en el campamento se había vuelto un caos en altas horas de la noche. Annabeth, con la ayuda de Percy, llevó a Thalia a la enfermería, donde un chico pelirrojo estaba pasando lo que ellos creían que era la peor noche de su vida. Shirou tenía la cara pálida, la piel completamente llena de sudor y no paraba de jadear.

Annabeth lamentaba de verdad que Shirou no fuese un semidiós, un poco de néctar y sus males desaparecerían en unos pocos minutos. Pero rápidamente dejaría sus pensamientos sobre el pelirrojo a un lado para centrarse en su amiga.

Ellos la colocaron con suavidad en una de las camas para que poco después de eso, un hijo de Apolo apareciera y atendiera a la hija de Zeus. Tras un breve examen el hijo de Apolo concluyó que estaba bien que la dejaran descansar para que se aclimatara al nuevo entorno, esto hizo que Percy saliera de la enfermería acompañando a una Annabeth que quería quedarse y vigilar que Thalia no se convertía otra vez en un árbol.

Una vez que la enfermería quedó en completo silencio Shirou se vio sumergido en uno de sus recuerdos más antiguos.

Fuego. Eso era lo único que un joven pelirrojo veía mientras caminaba por los escombros de un edificio que se había derrumbado y ahora estaba en llamas. Un poco más alejado de ese chico, estaba el mismo pelirrojo unos años más mayor.

Shirou estaba viendo a su yo más joven el día que conoció a su padre adoptivo. Ese día fue uno de los más trágicos en la ciudad de Fuyuki. Hubo un gran accidente que causó la destrucción de unos edificios residenciales con cientos de personas viviendo en ellos siendo solo el pelirrojo el único superviviente.

El chico vio como su versión más joven se vio obligado a caminar por escombros y cuerpos quemados de los que antes eran sus vecinos, también estaba tapándose los oídos ya que no quería escuchar las gritos de agonía de los que había sobrevivido al derrumbamiento y ahora se estaban quemando vivos, o los gritos de madres moribundas suplicando para que se lleven a su bebe que lamentablemente había muerto negándose a creer lo que había sucedido.

Muchos podrían decir que eso fue un verdadero infierno. El infierno que templó al joven que posteriormente fue llamado Shirou Emiya.

El chico miró como su versión infantil de tan solo cinco años terminó por tirarse al suelo en la cima de unos escombros. Fue en ese momento que Shirou se acercó a su yo más joven. Los ojos que el niño mostraba estaban vacíos de vida y perfectamente podrían confundirse con una cadáver más.

En un último movimiento alzó su mano al cielo, puede que con la intención de llamar la atención de un hipotético equipo de búsqueda o porque estaba alucinando en sus últimos segundos de vida.

El recuerdo terminó cuando una mano mucho más grande que la del joven la tomó con fuerza mostrando la cara de un hombre que portaba una felicidad que el chico en un futuro quería mostrar. Lo siguiente que se vio fue a los dos, el hombre y el niño, sentados en una caza japonesa mirando la luz de la luna.

En ese lugar los estuvieron hablando del sueños del hombre, que siempre había sido ser un héroe de la justicia pero que debido a su envejecimiento no había podido. Todo terminó con el chico diciendo que él se haría cargo del sueño del hombre que poco después murió.

- ¿Por qué estoy viendo esto de nuevo? - Se dijo Shirou para sí mismo. - Lo último que recuerdo es desmayarme en la playa.

- Te han abierto de nuevo tus circuitos. - Dijo una voz de la nada a la que Shirou. - Puede que sea porque tu cuerpo no está acostumbrado a mi.

- ¿Me vas a decir de una vez quién eres? - Dijo Shirou sin siquiera molestarse en buscar de donde provenía la voz.

- Si te lo dijera ya no sería divertido. - Dijo la voz con diversión en su voz. - A demás, deberías saberlo ya, si no lo sabes es que no has llegado a prestar atención a las explicaciones de tu novia.

Fate: Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora