Un café y un día en la presa

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El grupo de seis habían llegado a un pueblo o ciudad después de haber estado peleando contra unos zombies y un gran jabalí, por lo que decidieron descansar un poco antes de ponerse en marcha de nuevo.

En solo unos minutos habían conseguido encontrar un Starbucks en el que todos decidieron sentarse en una de las mesas del interior disfrutando del calor que irradiaba el lugar. Ellos pidieron algo suave, bueno, Rin aprovechó que pagaba Percy para tomar un café de alta gama asequible al poder monetario del hijo de Poseidón.

Allí sentados estuvieron en silencio, en un cómodo silencio en el que nadie decía nada y que no hacía falta tampoco. El sonido de sorbos de café se fue alargando hasta que Grover decidió romper el silencio.

- Creo que y llamé al jabalí. - Dijo mientras daba otro sorbo a su café vegetariano. - Vino después de que yo me equivocara con una nota al tocar la flauta, por lo que creo que he sido yo.

- Es probable. - Dijo Rin. - Hay diferentes formas de invocar a una criatura fantasmal, invocar a un jabalí como ese con una melodía encantada no es descabellado.

- Lo dices como si ya hubieras invocado algo. - Dijo Thalia siguiendo con la conversación.

- Lo he hecho, invoqué un sirviente. - Dijo ella. - Uno muy arrogante, sarcástico y mal educado, pero se podía confiar en él de cierta manera.

- Por lo que dices parece un idiota. - Dijo Percy. - ¿Dónde está ahora?

- Quién sabe. - Dijo Rin mirando su café. - La última vez que lo vi se estaba desvaneciendo ya que su existencia en el mundo ya no era necesaria, por lo que puede que haya vuelto a su línea de tiempo, pero siendo sincera, preferiría no volver a verlo.

- Oye, ¿Y Shirou también lo hizo? - preguntó Percy queriendo saber un poco más.

- Sí, lo hizo más por accidente que queriendo, pero lo hizo. - Dijo ella con una sonrisa. - Era un completo inexperto en ese momento y no sé como es que pudo sobrevivir hasta que nos aliamos, pero bueno, dejemos eso de lado. Cuando recuperemos fuerzas ¿A donde nos vamos?

- Podríamos seguir las vías del tren, no deben estar muy lejos de este lugar. - Dijo Zöe por primera vez. - Pero si esperamos un poco podría marcar un rumbo cuando el sol se mueva un poco más.

Todos miraron por la ventana del café y vieron que el sol ya se había movido a una posición alta, por lo que decidieron esperar un poco más.

Después de un rato, todos terminaron su café y salieron para no seguir ocupando una mesa, después de eso todos salieron a la calle y vieron que el pueblo estaba lleno de vida, algo que después de haberse enfrentando a un montón de zombies no esperaban ver. La gente iba de aquí para allá sin mostrar mucho interés por las fiestas navideñas que estaban pasando en ese momento.

Fue en ese momento que Percy recordó a sus seres queridos que se habían quedado en la ciudad mientras que él se había ido a una misión. Decidió para sí mismo que les compraría algo a su madre, a Paul, para que viera que él no era el típico macarra de madre soltera, y a Kiara, la cual siempre le había prestado atención cuando quería hablar con alguien externo a su grupo de amigos sobre un problema.

Después de unos minutos vieron como es que la sombras se movían, por lo que Zöe comenzó a ubicarse usando un truco con las manos para localizar el este y oeste por lo que pudieron continuar... a pata.

El camino no iba a ser un camino de rosas. El suelo era irregular y no querían alquilar un coche porque podrían llamar mucho la atención que unos forasteros que habían aparecido de la nada de repente quisiera alquilar un coche, podrían levantar sospechas y podría terminar involucrando a la policía, y eso no lo quería nadie.

Fate: Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora