𝟎𝟑

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Eran las 22:45 y Ariana recién llegaba a su departamento, encontrándose con Milagros.

—¡Al fin! —Habló la pelinegra al verla y se acercó a abrazarla.

—Y bueno, amiga. Yo agarro la pala —Jodió, correspondiendo el abrazo. —. ¿A dónde vamos a ir?

—¿Te pinta la Bresh? —Dijo sonriendo la contraria.

—¡Qué genia que sos! —Habló y volvió a abrazarla. —. Me voy a bañar así rápido y empezamos a buscar ropa.

Y así lo hizo, se bañó en menos de 10 minutos, tampoco necesitaba tanto tiempo con su pelo corto. Salió con una bata y fue en busca de su mejor amiga, la cual se encontraba en la pieza de la pelirroja.

Milagros ya se había elegido un top negro suyo con una pollera del mismo color. Ariana se puso un vestido escotado, también negro, pegado al cuerpo y dejaba parte de su espalda descubierta, y se hizo un maquillaje de distintos delineados blancos y naranjas.

—Me pone feliz que, por lo menos, de vez en cuando salgas de esa burbuja que te creaste. Es feo ver como te aislás de todo, boluda —Habló la pelinegra una vez que ya estaban listas y esperaban el uber.

—Gracias —Respondió y por un momento le vino algo de culpa. —. Igual... si te cuento lo que hice hoy me tirás por el balcón.

—¿Qué hiciste, Ariana? —Preguntó seria su amiga.

—Después te cuento mejor...

—¡No! ¡Ahora!

—Uy bueno... La cosa es que, ¿te acordás que te conté que Trueno fue a que le arregle un tatuaje? —La mayor asintió con la cabeza. —, bueno, hoy fue de nuevo para que lo tatúe a su amigo, y después me invitó a tomar algo y qué sé yo...

—¡¿Le dijiste que no, Ariana?! —Gritó Milagros.

—¡Me puse nerviosa! —Se justificó.

—¡¿Sos boluda, flaca?! ¡¿Trueno te invita a salir y vos decís que no?!

—Bueno pero dejá de gritarme, ya sé que soy re boluda pero ya está, no puedo hacer nada.

—Sí, vas a arreglar para salir con él —Sentenció.

—¿Cómo?

—Mandale por ig.

—Ah sí, dale. Entre los miles de mensajes que tiene por día va a ver justo el mío —Habló sarcástica la pelirroja.

—Tenés razón en eso, no sé entonces, después se me va a ocurrir algo. Dios, me das tanta bronca, ¿cómo vas a decirle que no a Trueno? —Siguió quejándose.

—Dejá de retarme, ya sabés como soy... Además no sé, me ponía nerviosa, me miraba mucho —La pelinegra pegó un grito de felicidad. —. ¡Pará, enferma! Dejá de gritar un segundo.

𝐓𝐢𝐧𝐭𝐚 ─𝐓𝐫𝐮𝐞𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora