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—¿Estás bien Ari? —Preguntó Noelia, la pelirroja la miró y asintió. —Estuviste muy dispersa estos días —Opinó.

—Estoy cansada nomás —Aclaró y siguió viendo su celular.

Claro está que no estaba así por eso, pero a la vez tampoco era mentira que le pesaba el cansancio. Las noches de insomnio habían vuelto y la estaban matando.

Al ya ser la hora, cerraron el local y Ariana se subió al auto de Mateo, quien la estaba esperando.

—Buenas —Dijo al subir.

—¿Todo bien? —Preguntó el morocho con una sonrisa, ella asintió con una sonrisa algo forzada. Acción la cual no fue desapercibida por Mateo, pero pensó que solo estaba cansada porque recién salía de trabajar.

Al llegar a la casa de la chica, ambos se acomodaron en el sillón, Ariana sentada en las piernas de Mateo mientras se abrazaban.

—¿Pedimos algo para comer? —Propuso el cantante.

—Como quieras —Contestó ella, algo indiferente.

—¿Qué pasa? —Preguntó ante la actitud de la chica.

—Tengo sueño.

—¿Segura que es sólo eso? —Insistió.

—Que preguntones que estamos —Soltó Ariana, haciendo que el contrario la mire mal. —. Te estoy jodiendo, quedate tranquilo que no me pasa nada, Mate.

Él asintió algo inseguro ante aquella respuesta, pero no quería molestarla, quizá sí sólo estaba cansada y estaba quedando como un pesado por nada.

—¿Entonces pido para comer o no? —Volvió a preguntar otra cosa.

—Pedite si querés, no tengo hambre yo.

—Estuviste todo el día laburando, boluda ¿Cómo no tenés hambre?

—Anduve comiendo boludeces con Noe en el local —Mintió.

Al rato, llegó la comida que había pedido Mateo, así que él bajó a buscarla.

—¿Vemos una peli mientras? —Preguntó la chica una vez que el morocho se sentó a su lado. Ya se estaba sintiendo mal con el trato que le estaba dando, además no era algo que podía sostener por tanto tiempo.

—¿No preferís ir a dormir? Yo después voy, se nota que estás cansada.

—Te espero y nos acostamos juntos. Así que elegí peli —Básicamente lo obligó.

Mateo acató su órden y se pusieron a ver la película mientras el chico comía su hamburguesa de McDonald's.

—¿Segura que no querés? —Volvió a preguntar por enésima vez.

—Ya te dije que no treinta veces, Mate —Contestó Ariana.

—No me gusta estar comiendo y vos no —Repitió. —. Tomá Coca por lo menos —Insistió y la pelirroja rió.

—No, gracias. Estoy tomando agua yo —Respondió y apuntó el vaso que se encontraba en la mesa ratona.

Ya iban por casi al final de la película

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Ya iban por casi al final de la película.

Mateo apoyó su mano el muslo de Ariana, dejando leves caricias.

Ella lo miró atenta, como si estuviera analizándolo.

Una sola cosa rondaba por su cabeza: La confusión que tenía sobre los sentimientos de Mateo.

¿Realmente la quería? ¿O sólo era algo de un rato?

Palacios, al ver la mirada fija de la chica, que estaba algo sería, alejó su mano de ella.

—¿Por qué la sacaste? —Preguntó la pelirroja, algo confundida ante aquella acción.

—Pensé que te había molestado —Contestó el morocho, ella negó y tomó la mano de Mateo para apoyarla donde antes. —. ¿Vamos a dormir?

—Esperá que termine la peli —Él rió.

—Ni sabés de qué se trata, Ari. No le diste ni 5 de pelota.

—Yo decía por vos. Si querés vamos a acostarnos —Mateo asintió y apagaron todo para luego irse a la habitación.

Ariana se acostó sobre el pecho del morocho.

Odiaba sentir esa paz que solo él lograba que la tenga.

Era como si hubieran intercambiado los roles, en cuanto se acomodaron, Ariana cayó en un sueño profundo, mientras que Mateo se quedó viendo el techo sin poder dormir.

La cabeza le iba a mil, miraba a la chica a su lado y se sentía más confundido.

Le encantaba, eso lo tenía claro. No había nadie como ella, era la más hermosa ante sus ojos. Sentía que iba apurado, pero se había enamorado. Y, por esa razón, le dolía tanto la actitud de la pelirroja.

Iba todo tan bien que parecía un cuento, pero de la nada comenzó a actuar algo fría, al rato se le pasaba y actuaba normal.

Siempre supo que había mucho más detrás de esa coraza que ella misma creaba, y lo pudo confirmar en cuanto logró obtener su confianza.

Pero sabía que le faltaba descubrir, le intrigaba demasiado saber qué pasaba por su cabeza, la cual se notaba que estaba maquinándola todo el día. De eso ya se había dado cuenta, y ella lo confirmó indirectamente cuando le dijo que cuando tatuaba era el único momento en el que sentía paz.

Giró su cabeza y la miró, estaba aferrada a él como si fuera a caerse de la cama, siendo que tenía media de esta desocupada.

Notaba que estaba cansada, pero también notaba la tranquilidad que sentía durmiendo con él, y no estaba para nada errado, Mateo era lo único que lograba que ella pudiera dormirse enseguida y de corrido.

Luego de observarla un rato, volvió a hacerle caricias en el pelo y de vez en cuando en el brazo, para luego acurrucarse con ella y dormirse.

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𝐓𝐢𝐧𝐭𝐚 ─𝐓𝐫𝐮𝐞𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora