Ariana, una chica mentalmente inestable, conoce a Mateo, un cantante quien no buscaba amor, pero ambos fueron unidos por el destino para mejorar la vida del otro.
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Domingo por la mañana, Ariana se estaba preparando para ir a pasar el día con su familia.
Se puso una musculosa blanca al cuerpo con un jean holgado celeste, realmente no se esforzó mucho, solo iba a la casa de sus padres.
Pensaba que tenía que preparar más su mente que su ropa, no se sabía que podían decirle, o que podría pasar. Siempre era un problema distinto aquella familia, no sólo con ella, sino que todos con todos básicamente.
Si se ponía a pensar, le apenaba demasiado usar su único día libre en la semana para pasarlo con aquellas personas.
Se concentró en no olvidarse nada de lo que tenía que llevar, si seguía pensándolo no se asomaba ni a la puerta de esa casa.
Bajó a planta baja y se subió al Uber que la estaba esperando afuera.
Este la llevó hacia la casa en la que antes vivía y la dejó allí. Estando ya en la puerta, envió un mensaje al grupo de la familia pidiendo que le abran.
Se quedó unos segundos esperando hasta que escuchó una llave introducirse en la cerradura para luego abrirse, dejando ver a Hugo, su padre.
—Hola, pa —Saludó.
—¿Cómo estás, hija? —Correspondió el contento el saludo.
—Bien, todo tranquilo, ¿vos? —Habló entrando a la casa.
—Todo tranquilo también.
La pelirroja siguió caminando hasta llegar a la cocina, donde se encontró con su mamá y su hermana mayor.
—Buenas —Dijo para que se den cuenta de su presencia, ambas giraron a en su dirección.
—Hola Ari —Saludó Paula, su madre, mientras que su hermana, Abril, la miró con desagrado, confundiendo a la menor.
—¿Todo bien? —Preguntó algo incómoda ante la mirada de su hermana. Su mamá asintió ante la pregunta.
—No pensé que ibas a venir tan temprano, pensé que estabas durmiendo todavía —Habló Abril.
—Me levanto todos los días temprano en realidad —Contestó mientras su hermana la miraba desafiante.
Ariana nunca había entendido la rivalidad que creaba su hermana, era algo en lo que ella nunca se enganchó, pero a veces sentía que Abril incluso la odiaba.
—Traje Coca y helado para después —Avisó levantando la bolsa que tenía en su mano.
—Guardalas en la heladera Ari y vení a tomar unos mates afuera conmigo —Dijo sonriente Hugo. Ella sonrió e hizo lo que le dijo.
—¿Qué lindo día, no? —Habló saliendo al patio.
La relación que tenía con su papá era muy linda, si bien en el pasado habían tenido sus problemas, hoy en día se llevaban de maravilla.
