Ariana, una chica mentalmente inestable, conoce a Mateo, un cantante quien no buscaba amor, pero ambos fueron unidos por el destino para mejorar la vida del otro.
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—Ari, despertartee —Volvió a llamar Mateo, luego de ya incontables veces.
—¿Qué querés? —Preguntó quejosa la menor.
—Se va a enfriar el mate que hice para los dos —Dijo e hizo un puchero. —. Dale, levantate.
—Yo te amo, pero no entiendo tu necesidad de levantarme temprano un sábado —Por fin se dio vuelta a mirarlo.
—Ni que fuera domingo —Hizo una cara de disgusto ante el mal humor de la joven.
—No, pero es sábado, son las nueve de la mañana y está lloviendo —Dijo mientras miraba hacia la ventana, apreciando como las gotas de agua caían sobre esta.
—Por eso, desayunamos acostados, viendo la tele con la lluvia de fondo. Re lindo todo —Explicó, haciendo sonreír a Ariana, quien se llenó de ternura al oír la forma en la que había dicho su plan.
—Me convenciste porque ya me despabilé nomás —Advirtió en chiste y salió de la cama para dirigirse al baño.
Al volver, se encontró con Mateo acostado en la cama, con una bandeja sobre su regazo, con pan con manteca y dulce de leche y, por otro lado, el termo bajo su brazo y el mate en mano.
—Ah bueno —Habló la pelirroja entrando.
—¿Qué te pasa? Tremendo manjar —Se agrandó, con una sonrisa ladina en su rostro.
—Y no te lo niego —Rió acostándose junto a él, apoyando su cuerpo en el respaldo. —. Pasame lo del mate.
—Estoy haciendo yo —Se quejó el morocho.
—Pero vos te re colgás con otras cosas y no lo pasás más. Encima te hacés como tres seguidos para vos —Ahora se quejó ella. —. Dale, dame que quiero hacer yo.
—No. Vos no.
—Sí. Yo sí —Sentenció de la misma manera.
—Bueno, tomá —Le hizo caso y le entregó el mate y el termo, mientras que Ariana sonreía victoriosa.
—¿Qué miramos? —Preguntó mientras agarraba una tostada.
—Lo que vos quieras porque sino me vas a pelear —Acusó serio.
