Ariana, una chica mentalmente inestable, conoce a Mateo, un cantante quien no buscaba amor, pero ambos fueron unidos por el destino para mejorar la vida del otro.
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—Está rara, boludo —Habló Mateo a Camilo, quien no estaba prestándole ni el mínimo de atención. El cantante le dio una seca al porro para luego seguir hablando. —. Es como si hubiéramos vuelto al principio. De a ratos se le pasa, pero es como si se acordara de algo y de la nada de aleja —Siguió hablando. —. Contestame Camilo, es mejor hablar con el gato que con vos, me mira por lo menos.
—No sé qué querés que haga si a la minita le pinta no darte bola —Se excusó el más alto, sacándole el porro a Palacios. —. Capaz que no le gustó el garche —Opinó riendo.
—¿Ves que sos re gil? —Se quejó Mateo. —Me preocupa en serio, ¿la habré cansado?
—A mí me cansaste, hermano. Todos los días hablándome de algo distinto de la wacha esa —Reclamó Camilo.
—Porque sos mi amigo, me tenés que bancar. Dame tu opinión, gato.
—'sicólogo no soy, Mateo. Andá a hablar con la mina, si vos no sabés lo que le pasa, yo menos —Habló cansado.
Mateo lo miró y pensó que tenía razón. La única persona que podía darle las respuestas que él quería era ella.
Se decidió por mandarle mensaje y organizar para verse, aunque lo hayan hecho en la mañana cuando se despertaron juntos y la llevó al local.
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—¡Te sonó el celu! —Le avisó Milagros a Ariana desde el sillón, mientras la pelirroja se encontraba en el baño.
—¡¿Quién es?! —Preguntó sin salir.
—¡Mateo! —Gritó y la pelirroja salió del baño. —Tomá —Le extendió el celular.
—Gracias —Le sonrió y miró algo nerviosa el mensaje.
—¿Pasa algo? —Ella negó. —¿Qué quiere?
—Que nos veamos el finde.
—¿Y por qué tan nerviosa, boluda? —Cuestionó la pelinegra, reprimiendo una risa. —Si siempre se ven.
—No estoy nerviosa —Mintió y guardó su celular sin abrir el mensaje, solo lo leyó desde la barra de notificaciones.
—¿Y qué onda con él? —Preguntó Noelia, asustando a ambas chicas. Milagros rodó los ojos ante la pregunta, odiaba que sea tan metida cuando hablaba con su amiga.
—Bien —Contestó Ariana, sin querer dar más detalles.
—¿Pero bien cómo? —Insistió la morocha, sentándose a un lado de su jefa.
—No tiene pinta de querer hablar del tema —Opinó Milagros, Noelia la miró mal durante unos cortos segundos. —. Me voy yendo —Se paró y en cuanto iba a saludar a la pelirroja ella la interrumpió.
—Pará un toque, ya cerramos. Si querés salimos a algún lado —La pelinegra sonrió al escuchar la propuesta y aceptó al instante.
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Luego de cerrar el local fueron a la casa de Ariana para que ella se cambie y de ahí fueron a un bar.
—Hace bastante no salimos un viernes juntas —Comentó la pelirroja, mientras movía la bombilla dentro del vaso lleno del Daikiry que había pedido.
—Y no, si andás re gobernada —Acusó la pelinegra, haciendo reír a su amiga. —¿Cómo te fue el otro día con tu familia? Me olvidé de preguntarte.
—Me fui al toque, son unas conchudas —Se refirió a su madre y su hermana, recordando todo lo hablado sobre Mateo.
—A esa Abril no la banco, ya sé que es tu hermana, pero es re forrita.
—Lamentablemente sí, ¿sabés qué me dijeron? —La pelinegra la miró expectante. -Que subí banda de peso, pero me lo dijeron tipo mal. Porque en realidad yo ya lo sé, pero estaba feliz con eso.
—¿Y ahora? ¿Cómo estás siendo aún más consciente de eso? —Preguntó la más alta, tomando la mano de su amiga por sobre la mesa.
—No sé, es como que antes lo sabía y estaba bien, pero ahora no me hace sentir bien saberlo. Como que un lado me dice que entonces no sirvió de nada todo el esfuerzo que hice por estar en ese bajo peso, y el otro me dice que si estoy así por saberlo tampoco sirvió de nada el esfuerzo por tratar de recuperarme —Explicó y se frustró un poco.
—Tenés que saber que sí valió todo ese esfuerzo por recuperarte, porque de a poco lo vas logrando, y me doy cuenta. Por lo menos ahora comés un poco más y no se te notan los ojos tristes al hacerlo, solo aveces —Ariana la miró sorprendida ante lo dicho, para luego darle una sonrisa sincera, sin saber qué decir. —¿Qué más te dijeron? —Preguntó, volviendo al tema anterior.
La pelirroja pensó en si contarle o no, no tenía ganas de ponerse mal por pensar tanto en aquello que dijeron de Mateo.
—Nada más, no les di tiempo porque al toque me fui —Respondió y largó una risita, la contraria asintió.
—Ahora vengo, voy al baño —Avisó la pelinegra y se levantó.
Ariana aprovechó para contestarle el mensaje a Mateo, diciéndole que si quería podían verse el domingo. A los pocos segundos obtuvo respuesta del morocho, el cual aceptó la propuesta y dijo que iba a la casa de la chica para merendar juntos.
—Dos segundos me voy y ya estás hablando con tu novio —Apareció Milagros detrás de ella.
—No es mi novio —Contradijo conteniendo una sonrisa.
—Pero ya lo va a ser —Le guiñó el ojo a la pelirroja y ambas rieron. —. Me parece raro que todavía no hayas hablado nada de él, ¿pasó algo?
—Nah, pero no sé, nada para contar —Su amiga la miró algo dudosa. —. En serio. Nos vimos ayer y se quedó a dormir, hoy a la mañana me llevó al local —Insistió para que le crea, Milagros asintió finalmente para luego cambiar de tema.