𝟏𝟓

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Un día nuevo en la vida de Ariana, día el cual se basaría en su rutina de siempre.

Había pasado poco más de una semana desde aquello que sucedió con Mateo. Él le insistió un poco enviándole mensajes, pero ella solo los ignoró.

Se mantenía distraída, pero en las noches le dolía.

¿Entonces por qué no simplemente le contestó aquellos mensajes que él había enviado? Ni siquiera ella tenía una respuesta concreta, le salía así.

En este momento se encontraba conversando con Milagros, mejor dicho, escuchando, aunque ni eso terminaba de hacer. Pero parecía que la pelinegra no se cansaba de hablar de aquello que Ariana no tenía ni idea.

—¡Ariana! —Chilló enojada al ver que su amiga no le había prestado atención en lo absoluto. —Te estoy hablando y ni bola me das, ¿qué te pasa?

—Nada, ando en otra —Explicó sin lujo de detalles.

—Sí, me di cuenta —Rodó los ojos. —. ¿En qué andás?

—Ni yo sé, pero me quiero ir de acá ya, re poco laburo hoy —Se quejó, tratando de cambiar de tema.

Luego de eso no hablaron mucho, casi nada en realidad. Milagros se fue, Noelia estaba con su celular y Ariana se encontraba simplemente existiendo. 

La hora de cerrar llegó, con esto, el momento de la torturadora soledad de Ariana en cuanto llegue a su departamento.

Y así fue, apenas puso un pie en lo que debería llamar "hogar" sintió la angustia apoderarse de ella.

Fue directo a bañarse, claro que con música protagonizando el ambiente, tratando de evitar cualquier pensamiento posible.

Para su mala suerte, no funcionó. Pero trató de ignorarlo lo mejor posible y se vistió para poder cenar algo y luego acostarse para, por lo menos tratar, dormir.

Su teléfono sonó, lo agarró algo cansada y se frustró peor al ver de quién era el mensaje.

Mateo pedía explicaciones de lo que pasó, seguía sin entender aquel cambio tan repentino de la chica, y ella solo deseaba entenderse a sí misma.

No hay que olvidar que Ariana, por más madura que pareciera e independizada que esté, era una adolescente que apenas hace unos meses había entrado en el mundo adulto.

Al morocho lo intrigaba eso, se llenaba de incertidumbre por aquella joven que, con tan solo 18 años, ya tenía una casa, un trabajo y un local propio. También lo llenaba de admiración, aunque tal vez le causaba algo de bronca el hecho de que se aleje de él de forma tan inmadura, sin explicaciones concretas. Pero no se permitía enojarse con ella, a la vez sabía que algo, que él desconocía, había en el medio como para que la adolescente tenga cierta personalidad a tal edad.

La pelirroja volvió a ignorar aquellos mensajes, ni siquiera lo dejó en visto.

Su cabeza razonaba y pedía bloquearlo de todos lados y dejar de hacerse daño a ella misma, pero su corazón pedía todo lo contrario. Pensaba en hacerle caso a aquella petición de contestarle y volver a lo que alguna vez fueron, pero lo único que hacía era darle mil vueltas para luego no hacer nada.

Al reaccionar y caer en cuenta que estaba a punto de obedecer lo solicitado inconscientemente, optó por irse a dormir sin más.

¿Tarea fácil? Claro que no. Pero, luego de poco más de una hora dando vueltas en su cama, logró caer en un profundo sueño debido al cansancio que llevaba encima.

 Pero, luego de poco más de una hora dando vueltas en su cama, logró caer en un profundo sueño debido al cansancio que llevaba encima

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Pasaron los días hasta que llegó el domingo.

Estaba descansando en su departamento, acompañada de su mejor amiga.

—Che —La pelinegra interrumpió el silencio, logrando que la mirada de Ariana se fije en ella. —, ¿qué onda con Mateo? —Preguntó, la pelirroja se sintió culpable ante aquella pregunta, tardando varios segundos en contestar.

—Ahí andamos.

—¿Qué quiere decir eso?

—Que como una pelotuda le deje de hablar, eso quiere decir —Soltó, sin poder sostener más la mentira con su amiga.

—Ariana Pacheco, ¿sos boluda o te hacés? —Dijo la pelinegra, indignada.

—No me digas así, ya sé que soy re pajera, me dejé llevar por los nervios.

—¡¿Nervios de qué?! —Gritó alterada.

—¡No me grites! ¡Ya sé que soy una boluda y mandé todo a la mierda! —Comenzó a llorar la pelirroja.

—Bueno pará, tampoco para que te pongas así —Quiso calmarla su amiga y la abrazó.

—Es que soy una boluda que no sabe estar bien, seguramente lo hice sentir mal.

—¿Y por qué le hiciste eso entonces?

—Me da miedo hacerlo sufrir, Mili. Yo no sé si sirvo para una relación afectiva, así como de la nada me la agarro con vos capaz lo hago con él, y no quiero que la pase mal por mis quilombos. Además, capaz se termina cansando de mí, andá a saber. Con todas las minas que tiene va a andar conmigo, ni ahí.

—No pienses así, sos una re piba, hermosa y tremenda personalidad, aparte todo eso lo tenés que hablar con él y decidir en qué quedan, así también lo lastimás. Y a vos también.

—Ya lo sé, pero ya arruiné todo y no puedo arreglarlo, si lo llamo no me va a dar ni bola y va a pensar que soy una inmadura, una histérica. Menos después de ignorarlo tantos días.

—¡¿Le ignoraste los mensajes también?! —Volvió a alterarse, ganándose una mala mirada de la más baja, dándole a entender que no estaba ayudando en lo absoluto. —Bueno, perdón. Pero vos también sos re tonta.

—Ya lo sé —Repitió y tiró su cabeza hacia atrás. —. Igual ya fue.

—Ya fue nada, Ariana —Negó la mayor.

—¿Y qué querés que haga? Ya está, no quiero forzar nada. Si se dio así por algo será —Trató de estar lo más calmada posible.

—¿"Forzar" qué, pelotuda? Se dio así porque sos una cagona —Pacheco la miró totalmente ofendida. —. Perdón que te lo diga así, pero es la verdad. No podés evitar vivir por el miedo. Tenés que probar, salir de esa rutina de mierda que vos misma te inventaste. Tenés 18 años, no 40.

Se quedó pensando en aquellas palabras, no se había enojado ni un poco. Al fin y al cabo, tenía toda la razón.

—Mirá, Ari, vos sabés que te lo digo con la mejor. Pensalo. No da que sigas así, se te va a pasar la vida y vos viviste encerrada en un local y un departamento, sola encima. 

—¿Decís que hable con Mateo? —Cuestionó, saliendo de su pequeño trance. Milagros asintió con la cabeza lentamente.

—Es el primer paso —Le aseguró.

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𝐓𝐢𝐧𝐭𝐚 ─𝐓𝐫𝐮𝐞𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora