𝟐𝟖

2.4K 155 3
                                        

✧─── ・ 。゚★: *

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

✧─── ・ 。゚★: *.✦ .* :★. ───✧

—Me estresa que te pongas tan nerviosa —Se quejó Mateo.

La pareja estaba yendo en auto hacia la casa de Juliana, madre del morocho.

—Dejame tranquila.

—Pero es la casa de mi mamá, amor. Ya fuiste varias veces. Encima vamos a estar nosotros solos, no es que va toda la familia.

—Igual, me da cosita —Se excusó la pelirroja.

—Le caes re bien, quedate tranqui —Dijo mientras estacionaba el auto.

Ambos bajaron del vehículo y se pusieron frente a la puerta, donde el morocho tocó el timbre y se dispusieron a esperar.

—¡Hola! —Saludó una Juliana contenta en cuanto abrió la puerta. Primero abrazó a su hijo y luego a su nuera. —¿Cómo estás, Ari?

—Bien, todo bien. ¿Vos? —Habló sonriente.

—Todo bien también. Pasen —Se hizo a un lado para que los jóvenes puedan pasar.

—¡Ari! —Gritó Emilio y fue directo a abrazarla.

—¿Cómo estás, enano? —Correspondió el abrazo.

—Los extrañé —Dijo el menor separándose un poco del abrazo para integrar a su hermano.

—Ay, sos muy lindo —La emoción se apoderó rápidamente de Pacheco.

—Nosotros también te extrañamos, Emi —Habló enternecido Mateo y se separaron del abrazo.

—En un ratito viene tu tía Laura, va a cenar con nosotros —Avisó Juliana a su hijo, por lo que Ariana lo miró nerviosa.

—Bueno. ¿Qué vamos a comer?

—Fideos con tuco. ¿Te gustan, Ari? Sino te hago otra cosa.

—No, no. Me encantan los fideos con tuco —Contestó rápidamente, con toda la vergüenza del mundo con el simple hecho de pensar que su suegra tenga que estar haciéndole una comida aparte.

—Ari, ¿podemos ir a jugar a la play? —Propuso Emilio.

—No la molestes, hijo —Se anticipó la mayor para que la pelirroja no vaya obligada.

—No me molesta igual —Sonrió amable. —. Vamos si querés —Le dijo al más chico, el cual la tomó de la mano y la dirigió a su habitación.

—¿A mí no me invitás? —Mateo se hizo el ofendido.

—¡Sí! ¡Vení! —Contestó el pelinegro, desde ya unos metros alejados, por lo que el morocho los siguió.

—¿A qué vamos a jugar? —Preguntó la chica una vez que sentó al borde de la cama.

𝐓𝐢𝐧𝐭𝐚 ─𝐓𝐫𝐮𝐞𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora