CAPÍTULO 3 | Preparativos escolares

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El sol se alza tímido sobre el horizonte, despejando el cielo con su resplandor dorado. El aire del otoño acaricia mi rostro y las hojas, con sus tonos amarillos, rojos y ocres, danzan en el viento antes de caer suavemente hacia el suelo.

Rhys y yo ya habíamos llegado a Gran Bretaña, listos para convertir este lugar en nuestro nuevo hogar.

Estábamos frente a la mansión que una vez perteneció a mi madre, era realmente doloroso ver el gran bosque a los costados de esta, y saber que jamás pude disfrutar de haber crecido aquí junto aquella mujer pelinegra

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Estábamos frente a la mansión que una vez perteneció a mi madre, era realmente doloroso ver el gran bosque a los costados de esta, y saber que jamás pude disfrutar de haber crecido aquí junto aquella mujer pelinegra.

Recuerdo devastadores pasaron por mi mente, recuerdos que yo no quería ver pero que eran necesario para saber mi verdadera identidad. Rhys tocó mi hombro y me sacó de mi trance.

— ¿Estas bien? —Preguntó el castaño.

Asentí. —Sí, lo que pasa es que hace muchos años que no venía y es algo extraño. Rhys tomó mi mano y me guio hacia la entrada.

Al empujar con cuidado la pesada puerta de roble, mi corazón parecía latir al unísono con el chirriar de las bisagras. Quince años habían pasado desde la última vez que crucé este umbral, y el aire rancio y polvoriento me recibió con una mezcla de recuerdos y desconcierto.

La luz del sol se filtraba débilmente a través de las ventanas cubiertas de suciedad, proyectando sombras danzantes sobre el suelo. Telarañas se extendían como intrincadas redes entre los marcos de las puertas.

Las sábanas blancas cubrían los muebles como un velo de olvido, ocultando los recuerdos de tiempos pasados.

— ¿Cómo pude haber dejado mi hogar en este estado de abandono? —Le dije a Rhys, quien esta con una cara de desagrado observando el lugar.

—Bueno, por fuera esta linda pero si necesita una muy buena limpieza.

Rhys comenzó a utilizar su velocidad sobrehumana con el propósito de sacar las sabanas de los muebles.

Con mi varita en mano, me adentro en el comedor, ansiosa por limpiar el chiquero. Mientras levanto la varita y, con un gesto elegante, empiezo a desvanecer el polvo. Pequeñas chispas de luz amarilla danzan alrededor de mis dedos, transformando el aire lleno de partículas en una brisa fresca y purificada.

Las telarañas ceden ante el suave giro de mi varita, deshaciéndose en un destello luminoso. Con cada movimiento, siento cómo el ambiente se aclara, cómo la energía revitaliza cada rincón.

Luego de media hora, mi hogar parecía completamente diferente, el aroma y la energía eran totalmente mágico. Sonreí y guarde mi varita.

El lugar estaba en completo silencio y eso era raro teniendo a Rhys aquí. Bajé por las escaleras y me adentré en la cocina pero no estaba ahí. Luego me dirigí a la sala y ahí estaba inmóvil viendo arriba de la chimenea, me acerque para ver qué era lo que lo tenía tan entretenido.

THE LAST SLYTHERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora