CAPÍTULO 33 | Vampira

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NARRADOR OMNISCIENTE

El sol despertaba, incitando a la acción

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El sol despertaba, incitando a la acción. Mientras los alumnos se disponían para las labores del día, Corvinna y Salazar permanecían bajo el puente cubierto, inmersos en miradas nerviosas y un silencio incómodo. Lo que antes era un ambiente impregnado de amor y alegría debido a sus confesiones de amor, ahora se veía envuelto en una tensión palpable. Salazar aguardaba con la mirada clavada en Corvinna, esperando que ella iniciara el diálogo.

Después de meditar sus palabras durante unos momentos, finalmente reunió el coraje para comenzar a hablar. —Salazar... yo no soy lo que tú crees —dijo con voz temerosa. El hombre la miró con confusión y con temor de lo que pudiera decir a continuación—. Tú me ves como un ángel, pero estoy muy lejos de serlo —añadió con la voz apenas audible.

Salazar se alarmó al percibir el evidente nerviosismo en su rostro. — ¿Qué ocurre, mi amor? ¿Por qué dices eso? —Preguntó preocupado, observando detenidamente su rostro en busca de una sonrisa para así calmar un poco su miedo—. Puedes confiar en mí.

La repetición de la frase "mi amor" resonaba en la mente de la vampira como un eco constante. Resultaba encantador escuchar esas palabras de su boca, hasta que volvió a la realidad.

Humedeció sus labios y dejó escapar un suspiro pesado. —Yo... no soy humana, Salazar —Él hombre se quedó inmutable, con los labios ligeramente abiertos y una expresión de turbación y asombro en su rostro.

Aun con esa expresión de desconcierto habló. — ¿Entonces que eres? —tomó su mano en señal de apoyo.

Se quedó en silencio unos segundo pesando en como proseguir. —Estoy muerta... carezco de alma —dijo, tragando saliva y mordiéndose el labio con gesto de inquietud—. Soy un vampiro —soltó su mano y lo observó con atención, temerosa del rechazo. Sus ojos se llenaron de lágrimas casi de inmediato.

Salazar inclinó la cabeza y la miró con asombro, luego bajó la mirada para procesar sus palabras, reflexionando. Siempre había sentido que ella era algo diferente, pero nunca habría imaginado que fuera una criatura, como las que solía leer en los libros cuando era niño y estudiar cuando se formaba para ser profesor.

«Su piel fría, su agudo oído, su resistencia al frío», pensó Salazar, recordando todas esas veces en las que Corvinna no parecía ser del todo humana. Como cuando estaban juntos y ella percibía la presencia de alguien cercano incluso cuando él no escuchaba nada. O cómo sabía cuándo él la observaba, incluso estando oculto; era imposible que ella lo viera, pero de alguna manera siempre lo sabía.

Al levantar la mirada, su corazón se contrajo al ver las lágrimas en sus mejillas, la angustia en sus ojos y su ansiedad eran impactantes. Nunca antes la había visto en ese estado, así que se acercó a ella y la abrazó con fuerza, demostrándole su total apoyo.

 Nunca antes la había visto en ese estado, así que se acercó a ella y la abrazó con fuerza, demostrándole su total apoyo

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THE LAST SLYTHERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora