CAPÍTULO 29 | Resistir a la tentación

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SALAZAR RIDDLE

El intenso frío penetraba hasta el fondo de mis huesos mientras la neblina se arremolinaba alrededor de los amplios ventanales

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El intenso frío penetraba hasta el fondo de mis huesos mientras la neblina se arremolinaba alrededor de los amplios ventanales. Únicamente las antorchas en las paredes alumbraban mi sendero, titilando en la oscuridad. Los corredores estaban sumidos en un inquietante silencio, agregando un toque de misterio al entorno.

La hora ya era avanzada, por lo que la mayoría de los estudiantes se encontraban en sus habitaciones. Aceleré mi paso, envuelto por el gélido frío que me rodeaba. Me dirigía hacia la oficina de Dumbledore para entregarle un libro por encargo del profesor Snape, quien había tenido que ausentarse.

Después de una extensa caminata, finalmente llegué a la sección de Dumbledore. Ascendí por la estatua y me dirigí directamente hacia su despacho. Toqué la puerta con delicadeza hasta que escuché la voz del director dándome permiso para entrar. Abrí la puerta y entré en silencio, sosteniendo el libro en mi mano.

Dumbledore me recibió desde detrás de su escritorio con una sonrisa cálida, pero no estaba solo. Corvinna estaba de pie junto a él, con la espalda hacia mí. No necesité que se volviera para reconocerla; su distintivo cabello azabache brillaba intensamente.

Cuando finalmente giró su rostro, sus ojos grises chispeantes se encontraron con los míos, y una tensión instantánea se apoderó de la habitación. Decidí desviar la mirada hacia el director y depositar el libro en su escritorio, evitando así encontrarme con la mirada de la mujer.

 Decidí desviar la mirada hacia el director y depositar el libro en su escritorio, evitando así encontrarme con la mirada de la mujer

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«Solo tengo que ignorarla aunque sea difícil», pensé.

—Buenas noches —saludé al director, dirigiendo mi atención hacia él—. El profesor Snape me encargó llevarle este libro de pociones.

Mientras el director hojeaba el libro, hice todo lo posible por resistir la tentación de mirar a Corvinna, pero resultaba imposible. Aunque traté de evitarlo, noté de reojo cómo me observaba discretamente. Sonreí suavemente al darme cuenta de su intento por ocultar su propia mirada, lo que generó un cálido cosquilleo en mi pecho.

—De acuerdo, profesor —dijo Dumbledore con su voz característicamente tranquila—. Gracias por tomarse el tiempo de traérmelo —comentó con una leve sonrisa mientras dirigía su mirada entre Corvinna y yo.

THE LAST SLYTHERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora