CAPÍTULO 32 | Los ojos no mienten

174 19 1
                                    

NARRADOR OMNISCIENTE

Los vampiros se adentraban en el castillo después de una extensa caza. Rhys mostraba alegría, pues habían resuelto sus conflictos, y se sentía satisfecho por haber capturado un gran jabalí, lo cual le había dejado el estómago lleno.

Después de un buen rato deambulando por los pasillos de Hogwarts en paz y silencio, dado lo temprano que era y que todos estaban profundamente dormidos, los vampiros se encontraban cruzando el puente cubierto. Se detuvieron un momento para contemplar la espesa neblina que envolvía casi por completo el campo.

 Se detuvieron un momento para contemplar la espesa neblina que envolvía casi por completo el campo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de unos extensos minutos, Rhys ya se había marchado, dejando a la vampira sola en el lugar. Mientras fumaba un cigarrillo, fue interrumpida bruscamente por una fuerte tos que la sacó de su ensimismamiento. Con un ligero giro de cabeza, divisó a Salazar, quien se acercaba con la nariz enrojecida y grandes ojeras, mostrando signos evidentes de enfermedad.

Corvinna observaba a Salazar con ansiedad en sus ojos, dándole una calada a su cigarrillo para minimizar la relevancia de su presencia.

Al notarla, sus ojos azules penetrantes resplandecieron con un destello de esperanza, aunque rápidamente se sintió avergonzado por el gran estornudo que había soltado unos momentos atrás. Llevándose la mano a la nariz para rascarse, permaneció de pie, observándola. Comenzó a sudar, sin estar seguro si era por los nervios, su gripe o la presencia de Corvinna.

Salazar se sacudió las imaginarias migas de su ropa y luego se ajustó su elegante traje azul oscuro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Salazar se sacudió las imaginarias migas de su ropa y luego se ajustó su elegante traje azul oscuro.

«Si no es ahora, no será nunca», reflexionó Salazar mientras avanzaba hacia ella. Con una valentía que parecía surgir de lo más profundo, se acercó tanto que sus cuerpos quedaron casi pegados.

Corvinna lo observaba con total sorpresa, incapaz de articular palabra alguna. Su mirada estaba clavada en él, esperando una explicación sobre sus acciones.

— ¿Por qué estás tan sorprendida? Si has estado más cerca antes... —habló con voz ronca y rasposa.

Corvinna intentó mantener un rostro serio, aunque le resultaba realmente difícil actuar con seriedad teniéndolo tan cerca y escuchando su voz. —Prometiste que no volverías a incomodarme —comentó en un intento de ignorar la repentina calidez que invadía su pecho.

THE LAST SLYTHERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora