CAPÍTULO 10 | Celos

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El fin de semana ya había llegado. Mis lazos con los chicos de slytherin se fortalecían día a día, y con Pansy, tras el altercado con Astoria, noté un cambio en su actitud hacia mí. Tenía la intuición de que algo había ocurrido entre ellas.

Después de ducharme, me estaba arreglando para salir con Cedric. Al principio, vacilaba sobre ir, pensaba en decirle que estaba enferma o algo así. Sin embargo, ya había aceptado y no quería decepcionarlo. Después de todo, era solo una salida entre amigos y no había nada de malo en ello.

A pesar de que el chico reunía todas las características que siempre busqué: atractivo, inteligente y deportista, no despertaba ninguna emoción en mí. No había chispa ni deseo. Traté de convencerme de que era por la diferencia de edad, pero eso no era cierto. Había una razón con nombre y apellido: Salazar Riddle, ese hombre que se negaba salir de mi mente.

Luego de arreglarme ya estaba de pie afuera, frente a esa imponente puerta de concreto, esperando a Diggory. Acepté la invitación de Cedric a tomar algo, aunque desde el principio sabía que no había ninguna conexión especial entre nosotros, el chico parecía ser agradable, quizás podríamos ser buenos amigos.

Me apoyé en la pared, luciendo un pantalón negro y ajustado, junto con una camisa celeste ajustada a la cintura, la cual no estaba del todo abrochada logrando así que mi busto reluciera solo un poco.

Miré mi reloj y ya habían pasado quince minutos y Diggory aún no había aparecido. Por mi mente paso la idea de simplemente irme, pero decidí esperarlo unos cinco minutos más.

Al notar pasos, me separé de la pared y me volví para encontrarme con el hufflepuff, pero para mi sorpresa, no era él quien se acercaba.

—Profesor, buenos días —saludé.

—Señorita Dumbledore, así que va a su cita con el joven Diggory —comentó Salazar, mirando mi camisa, para luego subir a mis senos—. ¿No cree que va muy desabrigada?, hace bastante frio —dijo con una sonrisa ladina.

—Sabe bien que soy muy tolerante al frio, ¿no recuerda la noche del lago? —reí levemente.

La sonrisa de Salazar se difuminó antes mis palabras. « ¿De verdad, el creyó que no lo vi?»

—No sé de qué habla —mintió, sin ningún decoro.

— ¿Lo va a negar? —Reí, ante su osadía—. ¿En serio va a negar lo mucho que disfruto verme desnuda saliendo del lago, mientras usted estaba escondido detrás de ese árbol?

Salazar se quedó unos segundos mirandome a los ojos hasta que habló.

—Yo solo pasaba y la vi ahí por accidente —respondió con suma tranquilidad.

—Por accidente, interesante... entonces por accidente se me quedó viendo alrededor de 30 minutos —comente, cruzándome de brazos—. Pero lo que realmente se me hace interesante, es como usted sabe dónde estoy, y el por qué parece seguirme. Usted fue muy claro en decirme que fue algo de una noche y que lo olvidara, ¿lo recuerda?

—Lo recuerdo y lo sostengo —echó un vistazo al reloj y luego regresó su atención hacia mí—. Parece que la dejaron plantada —sonrió él, con descaro—. Será mejor que vuelva adentro.

— ¿Por qué tan preocupado por mi cita? —Interrogué, avanzando hacia él con paso lento.

Él se quedó quieto sin mover ningún musculo, el único movimiento que vi fue como su manzana de adán subía y bajaba, su respiración se volvió pesada y su atención fija en mis labios, hasta que estuvimos tan cerca que casi podíamos percibir nuestras respiraciones.

— ¿No será que esta celoso, profesor? —Pregunté, a escasos centímetros de su boca.

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THE LAST SLYTHERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora