•FANFIC DEL UNIVERSO DE HARRY POTTER +18•
Corvinna es una antigua y poderosa bruja vampira que vuelve a Gran Bretaña solo por una razón, LA REVUELTA DE MORTIFAGOS.
La vampira sabía que algo andaba mal, el estaba cerca y ella estaría ahí para verlo...
—Por favor déjame en paz —suplicaba la chica. Mis ojos se abrieron al reconocer la voz de Pansy.
Sin esperar un segundo más abrí la puerta con un solo golpe, y afortunadamente esta estalló contra el chico, el cual reconocí como un jugador de Quidditch; Adrian Pucey, este cayo al lado del inodoro. Observé a Pansy, su cuerpo temblaba y sus ojos estaban enrojecidos y llenos de lágrimas, su capa estaba en el piso así que me apresuré en tomarla para cubrir su camisa que estaba rajada. Un nudo se formó en mi garganta al verla en un estado tan vulnerable, mientras la cubría.
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La rabia que tenía retenida de hace rato junto con la de ahora se apoderó de mí, y con los puños cerrados, avancé hacia él, pero me detuve, no podía golpearlo frente a Pansy así que saque mi varita y apunte hacia él. Él se levantó con cuidado, mientras sus ojos estaban cargados de enojo por la interrupción.
— ¿Tomaras el lugar de tu amiga? —Sonrió con un rostro pervertido observando mi cuerpo de arriba abajo. Me entraron ganas de vomitar del asco al sentir su asquerosa mirada lasciva—, sabes que no me quejo.
—Necesito que me hagas un favor y te vayas a la sala común —pedí a Pansy, mirando sus ojos los cuales estaban cargados de miedo y tristeza.
—No te dejaré sola, él es peligroso —Pansy susurró.
—Confía en mí, hazme caso. Ve a la sala común, busca a Draco y quédate con él —demandé con voz un poco dura para que me hiciera caso.
Ella me obedeció, aunque antes echó un último vistazo a Pucey, que estaba quieto con el mentón temblando de la rabia. Asintió y sus pasos rápidos se desvanecieron en la distancia.
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—Ahora nos divertiremos tú y yo, Pucey —sonreí maliciosamente, mientras guardaba mi varita.
Pucey soltó una carcajada al verme guardar mi varita. — ¿En serio crees que tienes una oportunidad conmigo sin tu varita? —sonrió burlón, sonrisa la cual me tentaba con estallar.
A pesar de tener apenas cinco centímetros más de altura que yo, no tuve problemas para agarrarlo fuertemente del cuello y golpearlo contra la pared del compartimento, sus ojos se abrieron de manera exagerada.
