12. Ver el vaso medio lleno

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Narra Dante

A ver...¿Qué carajos acaba de pasar?

—...¿No?...

—Lo siento chico, pero la respuesta es no.

—¿P-puedo saber por qué?

—No es nada personal chico, simplemente no puedo darte mi "si" a la primera, tienes que merecerlo.

—¿Merecerlo?

—Obvio, tú mismo lo dijiste, mi hija es maravillosa, sé el tesoro que tengo en ella y aunque me parezcas un buen chico no pienso dártela así de fácil, hablaría muy mal de mí como padre y estaría subestimando a mi hija.

—...Supongo que tiene sentido.

—Cuando tengas una hija lo entenderás.

— ...

Aunque contemplé esta posibilidad la verdad no me esperaba que pasara, digo, todo estaba saliendo tan bien, de verdad sentí que le di una buena primera impresión, pero por lo visto eso no fue suficiente.

—Ánimo, no te pongas así —dijo para dar otro sorbo a su limonada— Mira, para que veas que soy cruel pero justo te diré algo, te doy permiso de cortejar a mi hija, sé que te gusta y que tú le gustas a ella, así que te daré la oportunidad de que te ganes el permiso para que sea tu novia, si de verdad la amas deberías estar dispuesto a luchar por ella.

Me quedé unos segundos en silencio procesando la oferta que me había hecho el padre de Anya, hasta que finalmente asentí y le extendí mi mano.

—Acepto, porque de verdad amo a su hija, y como dije, quiero hacer las cosas como se deben.

—Respeto eso —estrechó mi mano sellando así el trato— Más vale que estés preparado, chico, mi esposa y mi pequeña pueden decirte que es difícil ganarse mi favor.

—No esperaba que fuera fácil, señor, así que no se preocupe.

—Bien, me parece excelente —al decir eso el Sr. Paulsen soltó mi mano y adoptó nuevamente una postura un poco más relajada.

Después de esa pequeña "confrontación" si se le puede llamar así mi madre intervino para armonizar un poco el ambiente.

—Ya que el principal asunto a tratar ha quedado resuelto ¿Qué les parece si les sirvo el postre que preparé?

—Querida, no era necesario tanto para nosotros —pronunció la madre de Anya.

—No es problema, Teresa, sé que les gustará.

—Si es igual de bueno que tu comida ya lo creo —dijo mientras sonreía levemente.

—Espléndido, vamos Dante, ayúdame a traer el postre.

—Claro mamá, por supuesto.

Me puse de pie para acompañar a mi madre a la cocina y ayudarla a servir el postre a nuestros invitados, una vez ahí ella tomó el postre y yo llevé sus respectivos platos y cubiertos para todos los presentes.

—Y aquí está, espero les guste el chocolate —dijo mi madre al colocar un gran pastel de chocolate en el centro de la mesa.

—Por supuesto que si Sra. Specter, encima se ve delicioso —pronunció Anya un poco tímida.

—Gracias querida, y espera a que lo pruebes —mi madre le guiñó el ojo a Anya lo que provocó una pequeña sonrisa en esta.

Una vez todos tenían una porción de pastel procedimos a degustarlo, para mí no era sorpresa que estuviera exquisito, pero a juzgar por sus rostros los invitados se llevaron una muy grata sorpresa al probarlo.

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