39. Ecos del pasado

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Narra Anya

No podía creer lo que acababa de escuchar, quería saber esto, quería saber más del pasado de Dante, pero no creí que fuera tan trágico, no me puedo imaginar lo terrible que debe sentirse que tu padre se suicide, ya el mero hecho de perderlo, pero de esa forma...me daba escalofríos.

—Dante, yo...l-lo siento...

—Está bien, Anya, no te preocupes, eso ya fue hace mucho...he podido superarlo con el tiempo, o al menos, sobrellevarlo de mejor manera.

—Me imagino...pero no tienes que sentirte mal por lo que le dijiste a tu padre, no fue tan grave, no lo insultaste ni nada por el estilo.

—Puede que no, pero aún así, nunca hubiera querido que mi última interacción con él fuera así, sé que no fue la gran cosa, pero joder, que fuera la última vez que hablé con él hace que se sienta mal.

—Supongo que sí...

Me quedé callada unos segundos, tratando de procesar lo que Dante nos había contado, Taylor por su parte se quedó ida viendo al vacío, a la nada misma, chasqueé los dedos para llamar su atención y sacarla del trance en el que estaba.

—Oh, yo, lo siento... —se disculpó Taylor— Es sólo que...igual, no me esperaba que tu pasado fuera tan...denso...es mucho que digerir...que comprender, y de verdad me importas, Dante, sé que Anya igual se preocupa por ti así que...eso, simplemente no me lo esperaba, y tengo muchas preguntas qué hacerte.

—Por eso tenía mis reservas en contarles, chicas, no quería torturarlas con esto.

—No digas eso, amor, no tenemos inconveniente en que nos cuentes lo que hay en tu mente y en tu corazón, para eso estamos, para apoyarte en lo que necesites.

—Gracias chicas...

—Aunque me queda una duda, cariño.

—Dime, Anya.

—Dijiste que tu padre murió a los 10 años...pero cuando almorzamos con mis padres, dijiste que fue su muerte la razón por la que regresaron a este país, no me hace sentido.

—Oh, es verdad...bueno, si te soy sincero, no fue eso lo que me hizo irme de Japón.

—¿Ah no? ¿Entonces qué fue? —pregunté con confusión e intriga.

—Fue algo más...no quise decirlo esa vez con tus padres porque es algo muy personal, algo que solo mi mejor amiga sabe.

—¿Ese algo más explica cómo te volviste una máquina de apalear criminales? —preguntó Taylor.

—¡Taylor!

—¿Qué? Dije que tenía preguntas, falta que explique cómo se volvió Anubis, cuándo, por qué y todas esas cosas.

—Es verdad, falta que les cuente eso, y lo haré, les contaré cómo me convertí en un vigilante.




El cielo comenzaba a oscurecerse sobre la ciudad. Desde el balcón de nuestra casa, las luces parpadeantes de la metrópolis me recordaban a estrellas que, a veces, siento que ya no me pertenecen. Sentado en el sillón, mis ojos contemplaban el horizonte, pero mi mente estaba en otro lugar, en otro tiempo, uno mucho mejor que este, sin duda.

Habían pasado ya 2 años desde el suicidio de mi padre, y aún no podía superarlo, la rabia, la impotencia, el dolor, la tristeza, todo ese cúmulo de sentimientos eran mi pan de cada día, no había ni uno sólo en el que esas emociones me dejaran vivir en paz, eso ya parecía una utopía lejana para mí.

De repente, oigo una puerta abrirse, era mi madre que acababa de volver del trabajo, la saludé como de costumbre, le ayudé con las cosas que traía y le acompañé a la cocina, donde ella se disponía a preparar la cena.

Instituto FurryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora